Todo el mundo clama en la actualidad que el crecimiento económico sea respetuoso con el medio ambiente. Preservar la atmósfera o las aguas de la contaminación química favorece a la vida humana. En las últimos cincuenta años ha habido numerosos episodios donde han perecido miles de personas por escapes radioactivos o de productos peligrosos. En este periodo han colapsado varios reactores nucleares e industrias químicas han causado fugas de materiales nocivos para la salud. Uno de estos escándalos sucedieron en la costa japonesa a comienzos de la década de los setenta. Lo cuenta la película, EL FOTÓGRAFO DE MINAMATA, del director Andrew Levitas, basada en hechos reales relacionados con la vida del fotoperiodista, W. E. Smith.
El protagonista, un profesional de prestigio desde la Segunda Guerra Mundial, se encuentra en el ocaso de su carrera cuando le proponen trasladarse a Japón, y mostrar al mundo la grave contaminación por mercurio que sufre la población de Minamata, provocada por una industria química que vierte sus residuos al mar. Luego, la población se alimenta con el pescado del mar y sufre un deterioro de los tejidos cerebrales que le provocan parálisis. Además, los niños nacen igualmente con parálisis y horrorosas malformaciones. El gobierno nipón no hace caso a las reivindicaciones de la población, y menos los dueños de la fábrica que minimizan la gravedad de la contaminación en aras del progreso.
Eugene Smith logra convencer al director de la revista Life que le encargue el reportaje, en ese momento un tema de actualidad que podría impulsar las ventas de la publicación. Una vez en Minamata, descubre la gravedad del problema. Una población que sufre un grave deterioro de la salud, que se enfrenta sin mucho éxito a una industria que no se quiere hacer responsable de las víctimas que provoca la contaminación por mercurio. El fotógrafo empezará a convivir con las gentes del lugar, y vinculará su vida con las reivindicaciones de las víctimas. Además, sufrirá las consecuencias de la lucha contra los poderosos, tras intentarle sobornar para que abandonase el reportaje.
Mal herido logrará que se publique las duras imágenes captadas por su cámara. Una de ellas se convertirá en la más emblemática de la historia del fotoperiodismo, donde una madre en una bañera sostiene el cuerpo paralizado y con malformaciones de su hija. El impacto, de las misma provocara que la industria indemnice a las víctimas, pero, según afirma la propia película, la contaminación no se frenará hasta muchos años después. Triunfó, por tanto, el interés económico sobre la vida de las personas, el beneficio de unos pocos, sobre el bienestar de la mayoría, como ahora observamos en algunas pretensiones en estos tiempos de la pandemia.
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