LA PINTURA DE BALTHUS

Thérese, 1938, The Metropolitan Museum of Art

La Fundación Thyssen de Madrid exhibe una retrospectiva del pintor, Balthasar Kossowski de Rola, llamado BALTHUS, que reúne 47 obras bien seleccionadas, que permiten mostrar las características de su estilo a lo largo de su trayectoria. Una forma de pintar muy personal, paralela al desarrollo de las vanguardias, que se formó en la época de entreguerras, en un ambiente culto favorecido por su familia y mentores como Rainer Maria Rilke y Pierre Bonnard. A principios de la década de los treinta, se dió a conocer en el mismo momento que tenía éxito el Surrealismo, con el que se le ha relacionado en parte. Tuvo influencias de los grandes autores del pasado como Piero de la Francesca, Caravaggio, Poussin o Courbet, así como los recursos de las ilustraciones populares de los cuentos infantiles del siglo XIX.

Los días felices, 1944-45, Smithsonian Institution

El lenguaje pictórico de Balthus se caracteriza en general por formas contundentes y contornos bien delimitados, cuya factura irá cambiando a lo largo del tiempo. Destaca además la captación de un instante, la inmovilidad de los personajes representados, estáticos en su acción, formando escenas teatralizadas. Representa sobre todo un mundo adolescente, de jóvenes a las que les afecta el tedio o ensimismamiento. Convierte al espectador en un involuntario voyeur, de unas muchachas en poses deshinhidas, de mujeres desnudas, en algún caso aludiendo a la novela romántica, Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Para ello empleó como modelos, a su futura mujer, las vecinas del taller o las hijas de sus amigos, en algún caso.

Thérese soñando, 1938, The Metropolitan Museum

A lo largo de la exposición existen numerosos ejemplos de desnudos femeninos, lo que es lo mismo que resaltar la importancia de este tema en su carrera como pintor. Lo es igual de paisajes y de retratos con los que se ganaría el sustento. A todas luces es un pintor afortunado por lograr un estilo único, original, posmoderno como se le ha calificado. Lleno de contradicciones, al mostrar tranquilidad con la tensión extrema, sueño y misterio con realidad, erotismo con inocencia, llevadas al lienzo más como un paciente artesano que como un artista. 

La partida de naipes, 1948-1950, Museo Nacional Thyssen Bornemisa

Balthus, entendía su trabajo como un proceso largo, meditado y analítico, una exploración sin límites temporales. De esta manera hay que entender sus obras, los temas que tratan, a veces unas más logradas que otras, como un hallazgo, un descubrimiento de la porción de vida representada, lo que les hace ser tan admiradas, como rechazadas, proporcionando la categoría a Balthus de ser uno de los grandes maestros del siglo XX.

El salón, 1941-1943,  Minneapolis Institute of Arts

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