LA ÚLTIMA AVENTURA DE INDIANA JONES


 

El tiempo no pasa en balde. Nuestro cuerpo y nuestra mente se desarrolla, madura y envejece. Lo mismo le sucede a las sociedades, los países y las civilizaciones, que han desaparecido o se han transformado en otras con el paso del tiempo. Existe dos formas de entender el tiempo, a nivel individual o personal, un tiempo más corto, y otro, el histórico, más largo. El ser humano siempre se ha planteado si podría comprender o viajar en el tiempo pudiendo incluso cambiar los acontecimientos. La película, INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO, dirigida por James Mangold, se ocupa del paso del tiempo a varios niveles, En primer lugar, el que afecta al protagonista, un aventurero y arqueólogo, Indiana Jones, en dos tiempos la Segunda Guerra Mundial y 1969, cuando ya mayor se jubila. Las imágenes le muestran siendo el personaje joven del principio de la saga y ahora en el último episodio. Un homenaje claro al personaje y al actor, por el que fue homenajeado en el pasado Festival de Cannes.



En un segundo nivel, corresponde al meollo del argumento. En tiempos de la guerra mundial, los nazis consiguieron el Dial de Arquímedes, un instrumento antiguo que averiguaba las fracturas del tiempo, y la posibilidad, por tanto de viajar por distintas épocas. Indiana Jones en una prodigiosa secuencia en el tren se hace con el fabuloso hallazgo, entre toda una serie de antigüedades con destino a Berlín. Su utilidad será objeto de estudio por parte del profesor Basil de Oxford durante muchos años, cuando los nazis reinicien su búsqueda en 1969, justo cuando los hombres han llegado a la Luna. Se inicia, entonces, la aventura de completarlo, pues le faltaba parte del dispositivo. Para ello se tienen que sortear numerosas dificultades como la intención de Helena Shaw de venderlo en Marruecos; conseguir la segunda parte según la información del barco hundido en el fondo del Egeo; finalmente llegar a la tumba de Arquímedes en Siracusa.



El grupo de nazis, al mando de Jürgen Voller, se hace con el descubrimiento, y plantean regresar a 1939 para hacerse con el poder frente a Hitler, pues piensan que éste cometió errores. Sin embargo, la máquina del tiempo, sólo permitía volver al siglo III antes de Cristo, el tiempo de Arquímedes cuando la República romana conquistaba el sur de Italia. Así lo hacen todos los protagonistas, que in extremis, logran volver al siglo XX, después de haber conocido al famoso matemático griego. Hay, por tanto, un tercer nivel relativo al tiempo histórico, al enfrentamiento entre imperios, y los deseos de dominación de unos sobre otros. Unos deseos que evidenciaron en la antigüedad los romanos sobre otros pueblos, incluso más cultos, y en la época contemporánea, el nazismo alemán, sobre las demás naciones a las cuales les privaría de libertad. 



Esas pretensiones causaron la guerra y numerosas víctimas, que todavía a finales del pasado siglo conservaban el recuerdo del sufrimiento. Este pasado histórico pervive en numerosos restos arqueológicos, también en aquellas personas ancianas que mantienen el recuerdo. Un recuerdo que cederán a los más jóvenes para que se conozca la verdad del pasado, y sirva en el futuro para no repetir los errores que nos llevaron al enfrentamiento. La conquista del espacio abre una oportunidad para lograr la felicidad democrática de toda la Humanidad, no la manifestación de una voluntad de poder de efectos perniciosos.

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