El DRAMA DEL NIÑO MIGRANTE


En el año 2018, unos 70 millones de personas emigraron de sus países, la mitad fueron menores de edad. Sobre esta importante migración, cada vez más de actualidad en España, trata la película, ADÚ, dirigida por Salvador Calvo. Cuenta tres historias que se cruzan de alguna manera. La de un activista medioambiental que trabaja en un parque natural de Camerún, cuidando a los elefantes que no sean cazados por los furtivos. La de un grupo de guardias civiles que vigilan la valla alambrada de Melilla ante los asaltos de los africanos que tratan de entrar en la ciudad, y sobre todo, el drama de Adú, que desde el país centroafricano antes dicho, pretende llegar a Europa donde se encuentra su padre.


Adú, un niño de seis años y su hermana mayor escapan de una aldea de Camerún rumbo a Europa. Los furtivos acaban de matar a su madre. Ellos son testigos de la caza indiscriminada de elefantes para obtener marfil. La ruta no va a ser fácil, porque los traficantes de hombres, les dejan en un aeropuerto para que se metan en el tren de aterrizaje de un avión y así llegar a su destino. En vez de París, el viaje termina en Senegal. Adú se queda sólo después que su hermana muriese por las bajas temperaturas del avión. En Dakar, escapa antes de ser encerrado por la policía junto a otro joven que huye de Somalia. En este momento, comienza un largo y difícil viaje en autobús, que atravesará Mauritania y el Sahara, hasta llegar al monte Gurugú, cerca de la valla de Melilla.


Centenares de subsaharianos viven en las cercanías de la ciudad española en condiciones infrahumanas. Les asiste la Cruz Roja, mientras esperan una oportunidad para saltar la valla. Sólo una minoría podrá sortear este peligroso obstáculo, bien defendido por las fuerzas del orden. Al final, se decidirán entrar en España por vía marítima ayudándose de unos flotadores. No lo hubieran conseguido sino es por una lancha de la guardia civil que los rescata cuando se encontraban a la deriva, perdidos en la noche. Adú ha conseguido su objetivo. Lograr entrar en Europa. Sin embargo, no se espera que su joven amigo sea devuelto en caliente por al territorio marroquí.


El viaje de Adú ha sido un infierno de miseria y abusos hasta llegar a su destino, que ha logrado, al final, por la fortuna, de ser rescatado entre las aguas del mar, su último obstáculo. La dos historias paralelas de la película se relacionan con ésta en la medida que hay un elemento común. Con el activista medioambiental, por la bicicleta que Adú y su hermana abandonaron en la selva de Camerún cuando los furtivos mataban un elefante. La bicicleta se la trajo la hija del activista como regalo a España. Alguno de los guardias civiles que rescataron a Adú del mar, protagonizó el incidente en la valla en la que un refugiado murió al caer, después de ser golpeado por estos mientras trataba de saltarla.

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