LOS RETRATOS DE LORENZO LOTTO

Retrato de Andrea Odoni, 1527

El Museo del Prado organiza la exposición, LORENZO LOTTO. RETRATOS, que reúne unas 38 pinturas, diez dibujos y una serie de objetos y esculturas que permiten contextualizar mejor su obra. La muestra se organiza con un carácter cronológico, desde el comienzo de su carrera hasta la etapa final de la vida de este original pintor del Cinquecento italiano. Por primera vez, una exposición del autor se centra en su faceta más innovadora, el retrato, al que aportó profundidad psicológica, variedad tipológica, y simbolismo, asociado a los objetos que aparecen en él y sirven para señalar el estatus social y la actividad profesional del retratado. Ha pasado a la historia como un pintor solitario, que nunca se casó, inadaptado y de dificil carácter, que si bien alcanzó el éxito con 25 años, murió en la miseria.

Retrato de hombre joven, 1500

No fue un pintor cortesano, retratista de reyes o de la alta nobleza, más bien de las clases medias, mercaderes y comerciantes. La búsqueda de clientes le hizo recorrer distintas ciudades italianas a lo largo de su vida, sin poder triunfar en Roma o en Venecia, donde había mucha competitividad que le perturbaba mucho. Sus mejores trabajos se encuentran en Bérgamo y en las Marcas. Acabó sus días en el santuario de Loreto donde fue enterrado. Fue un hombre de gran religiosidad, con gran sensibilidad hacia los pobres. De esta manera, en la pala de altar de la iglesia de San Giovanni y Paolo de Venecia, San Antonio de Florencia repartiendo limosnas, se representa a sí mismo entre los necesitados, un artista que a veces tuvo que pagar el alquiler con sus cuadros.

Retrato de mujer como Lucrecia, 1530-1532

Cualquier aficionado a la pintura o buen observador puede destacar de su obra la precisión técnica y las referencias humanísticas, el conocimiento de la antigüedad clásica. Una pintura profundamente original con claras influencias, que él supo interpretar de Antonello de Messina y Giovanni Bellini en su juventud; luego de Alberto Durero que visitó Venecia a principios del siglo XVI; y finalmente de los grandes maestros, Giorgione, Rafael, Leonardo, y sobre todo de Tiziano. Se le ha llegado a considerar como uno de los mejores retratistas de la historia, el primero moderno, según Bernard Berenson. Retrata preferentemente a hombres melancólicos y ensimismados, más que mujeres. Convirtió a los retratos en narraciones, que nos cuentan historias de los representados, con formatos apaisados que refuerzan esta intención.

Micer Marsilio Cassoti y su esposa Faustina, 1523

Además, incorporó, tipologías novedosas como el retrato matrimonial, como el famoso de Micer Marsilio Cassotti y su esposa Faustina. Empleaba, como era habitual en el Renacimiento cubiertas para las pinturas. En la exposición se muestra una para el retrato del obispo de Treviso, o los reversos pintados, aspectos que completan la representación. Son muy curiosos los criptorretratos, es decir, aquellos que se asemejan a un santo o personaje sagrado, como el que retrata a Fray Lorenzo de Bérgamo como Santo Tomás de Aquino. Si los retratos de Lotto se caracterizan por su melancolía, sobresalen los de su última época. Si Tiziano alcanzaba el éxito por aquel tiempo, él confesaba en su segundo testamento, que se encontraba solo, sin fiel gobierno y muy inquieto de mente.

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