Cada ser humano arrastra su peripecia
vital que puede o no confluir con la de otras personas para formar una
distinta. La película, DE ÓXIDO Y HUESO (De Rouille et d´os),
dirigida y escrita por Jacques Audiard, reune dos relatos individuales
diferentes para formar una realidad nueva que es el objetivo global
de la acción fílmica, el término o final de la misma. Por una parte, se
narra cómo Alí y su hijo de cinco años, llegan a Antibes después de
separarse de su mujer sin muchos recursos para vivir con su hermana. El
se dedica al boxeo y a la seguridad privada. Por otra, Stephanie hace
exhibiciones con orcas domadas en un parque acuático hasta que su vida
cambia radicalmente cuando uno de los animales le devora parte de sus
piernas. Tras un breve encuentro en una discoteca antes del accidente
cuando el primero le ayuda en una pelea en la que ella resultó herida,
la película se centra en el proceso de conocimiento mutuo entre ellos.
Ambos presumen y viven de la actividad física, Alí encarnado por el
actor, Matthias Schoenaerts, y Stephanie, por la actriz y modelo, Marion
Cotillard, que va a necesitar un proceso lento de recuperación anímica
para volver a tener la energía vital, en el que el primero jugará un
papel esencial. De la misma manera, ella le apoyará, le dará fuerza
para conseguir dinero en los combates ilegales con apuestas, necesario
para mantener a su hijo, incluso cuando sufre igualmente la tragedia en
la que éste casi muere. Al final consiguen la felicidad, la formación de
una familia, desde trayectorias paralelas.
El
director cuida con sensibilidad y realismo las consecuencias físicas de
la violencia o de los sucesos trágicos en los cuerpos, en las miradas
de los protagonistas, principalmente bajo la luminosidad radiante de la
costa mediterránea. Refleja en ellos la belleza de su fotogenia con un
cuidado tratamiento de la luz y de los encuadres de la cámara, a veces
encarnada en la mirada del actor. La
película exalta la energía vital del ser humano, hasta cierto punto
heroica, que padece los avatares imprevistos del drama. Una energía que
se manifiesta en la violencia o la actividad física del cuerpo en sus
distintas facetas, que si se pierde se tiene que intentar recuperar
porque es esencial para el equilibrio del mismo, de carácter material o
espiritual. El amor que viven los protagonistas es una consecuencia de
esa energía.
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