Veintisiete años después el pintor británico, J.M.W. Turner, vuelve al Museo del Prado, para ser expuestas numerosas obras de la mayor calidad, dentro de la exposición, TURNER Y LOS MAESTROS. En este caso sobre todo pinturas, a diferencia de aquella exposición de dibujos y acuarelas, que se inspiran, como su titulo indica, en los maestros barrocos, Claudio de Lorena y Poussin o los flamencos, Rubens, Ruisdael y Rembrant, junto a los artistas venecianos.
Desde este dialogo y estudio de los maestros antiguos, creo un estilo personal que modernizo la representacion del paisaje, bajo un ímpetu romántico, sublime, de extrema intensidad pictórica, colorista que llega a prescindir practicamente de la forma representada. Turner afirmo que la atmósfera era su estilo. En este sentido sobresale la ultima parte de la exposición con obras como la Tormenta de nieve (1842); Luz y color (la teoría de Goethe): la mañana siguiente al Diluvio (1843), y especialmente el que sirve de imagen a la muestra, Paz. Sepelio en el mar (1842), en memoria del pintor David Wilkie, sepultado en el mar junto a Gibraltar, porque Turner también presto atención a los artistas contemporáneos británicos, como Richard Parkes Bonington que trabajo casi toda su carrera en Francia, y particularmente, el otro gran paisajista, John Constable.
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