POESÍA DE LA ESPERANZA


 

Pocas veces sucede, y de manera sorpresiva, que al final de la proyección de una película se presente la directora para entablar un coloquio con los espectadores. Esto nos sucedió al ver LOS REYES DEL MUNDO, de la realizadora Laura Mora, recientemente ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, que se presentó al público para hablar de las claves de su obra. Una película que hay que entender con una perspectiva poética, cuyas raíces se encuentran en Pasolini y en la filosofía de Thoreau. Los elementos son de extraordinario realismo con personajes, niños de las calles de Medellín, que se ganan la vida como pueden, en medio del conflicto colombiano, de la desigualdad, y las múltiples violencias producidas por el enfrentamiento entre ricos y pobres.



Los paramilitares al servicio de las clases superiores arrebataron las tierras a muchas familias para organizar grandes latifundios. Ahora el gobierno, tras el fin del conflicto, está restituyendo esas tierras. Unos jóvenes, cinco amigos, interpretados por actores debutantes, todos huérfanos, que se drogan para sobrevivir en la calle, emprenden un viaje a la remota región donde la abuela de uno de ellos tenía una propiedad con una casa para ser libres y construir su propio mundo, sin sufrir la opresión de la pobreza. Viajan en camiones de mercancías, algunos con sus bicicletas, atraviesan elevadas montañas y parajes inhóspitos. En una auténtica road movie se enfrentan a numerosos peligros, las gentes de todo tipo con las que se encuentran que los consideran una amenaza. 



Al final de su largo recorrido llegan a donde se habían propuesto. En el camino han desaparecido dos jóvenes, uno asesinado y otro fallecido por su propia violencia. Descubren que los papeles de su propiedad no les da el derecho a poseerla. Además hay en la cercanía una mina a cielo abierto de oro que incluye las tierras de la abuela. La directora presenta todo como un viaje poético y de ensueño hacia la utopía de la libertad y la igualdad. Dice que el mundo es horroroso, pero la vida es maravillosa. La violencia se contrapone con la belleza de los parajes naturales donde se puede vivir en armonía. Para ello es necesario la rebeldía y la lucha contra los poderosos que han desposeído a los pobres. Espera el sueño de los hombres, es decir de los opresores, para ser libres y existir en comunión con la naturaleza. 

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