Desde la opinión del filósofo Kierkergaard sobre lo que era la juventud, un sueño, y su contenido, el amor, hasta otro pensador, que decía que el ser humano nacía con un déficit cuantificable de alcohol, la película, OTRA RONDA, del director danés, Thomas Vinterberg, cuenta el plan de un grupo de profesores de instituto, que pretenden mejorar el trabajo y las relaciones personales teniendo una cantidad básica de alcohol en sangre, al descubrir que se sienten infelices a diario, pues sus clases son rutinarias y poco motivadoras para los alumnos, y se encuentran sin pareja o sus matrimonios están en crisis, por la depresión que sufren.
Después de una cena, y constatar las dificultades de cada uno, deciden ingerirlo a diario. Para ello compran un alcoholímetro y suficiente bebida, distribuida en su casa y en el instituto donde trabajan. El método tiene un éxito al principio. Las clases del profesor de historia, uno de los protagonistas, mejoran considerablemente, sobre todo cuando explica que grandes personajes del pasado eran, a su vez, grandes bebedores, como Winston Churchill o Roosevelt. También, las relaciones familiares mejoran. Vuelven hacer excursiones juntos, y la energía positiva fluye entre sus miembros. Igualmente, el profesor de música saca, de manera original, un rendimiento especial al coro. Lo mismo, quien se encarga de entrenar a los chicos más pequeños.
Todo se viene abajo cuando deciden subir la cantidad de alcohol a niveles máximos. Divertirse puede ser una experiencia intensa y salvaje, pero dar clase va a resultar imposible. De igual forma, no pueden presentarse a la familia e ir por la calle, y menos conducir, totalmente bebidos. Se dan cuenta que el alcohol puede ser peligroso para la salud al derivar en una dependencia continua y dañina. Los supuestos efectos positivos para la escuela no dan resultado al descubrirse los recipientes vacíos escondidos en las instalaciones. Además, las familias no aceptan el estado embriaguez que impide a algún protagonista hasta encontrar su casa.
Los efectos, especialmente dañinos, por el alcoholismo, los sufre el profesor de Educación Física. Deciden todos, en este momento, dar marcha atrás. Afrontar los problemas sobrios y vivir la experiencia alcohólica tal como la acepta la sociedad. Los alumnos más mayores, al borde de la graduación, consumen alcohol casi a diario, como en el famoso juego de las carreras en grupo con una caja de cervezas. Luego, en la misma ceremonia de graduación, profesores y alumnos celebran el fin de curso entre baile y bebida. Un broche especial a una experiencia de estimulación intencionada con el alcohol. cuyo consumo está integrado en las relaciones sociales como símbolo festivo.
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