UNA HISTORIA DE ALEMANIA ORIENTAL


Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó dividida por dos bloques antagónicos, el occidental o capitalista y el oriental o socialista. La URSS sometía a un férreo control a los países de su influencia que no podían desligarse de la tutela política, militar e ideológica. Cuando murió Stalin, las población de Hungría se levantó contra las tropas soviéticas exigiendo mayor independencia y derechos. Sin embargo, los rusos no iban a permitir que la Europa oriental se separase de su ámbito, En este contexto se sitúa el argumento de la película, LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA, dirigida por LARS KRAUME, basándose en unos hechos reales ocurridos en Alemania Oriental en 1956.


Antes de levantarse el Muro de Berlín, un grupo de jóvenes estudiantes de último curso de la ciudad industrial de Stallinstadt, solían visitar la parte occidental de la capital alemana, para ir al cine y dejar flores en la tumba del padre de uno de ellos. En una de las visitas, acaban enterándose en el noticiero, que el pueblo húngaro se había rebelado contra las tropas soviéticas, produciéndose numerosos muertos. Se dan cuenta que la prensa de su país está controlada por el régimen comunista y tiene una visión totalmente contraria de los acontecimientos, mostrados como una contrarrevolución fascista. Desde ese momento, los dos jóvenes protagonistas deciden organizar un minuto de silencio junto con sus compañeros en honor de las víctimas en la clase de historia.


Lo que parecía ser un suceso menor de indisciplina, será interpretada por las autoridades educativas como una auténtica rebelión, un desafío a la ideología del país. Los alumnos llegan a formar un grupo muy unido, que está al corriente de lo que sucede en Hungría por la radio clandestina y son partidarios de las costumbres y el modo de vida de occidente. Ante la investigación de las autoridades, se ponen de acuerdo para decir las misma respuesta, que el minuto de silencio se debía a la muerte del famoso jugador de fútbol, Puskas. Sin embargo son traicionados por un compañero, y el mismo ministro de educación, les llega a amenazar con impedirles terminar sus estudios a todos, si no son castigados los responsables de organizar la protesta.


Las autoridades para hallar a los organizadores del minuto de silencio sacan los trapos sucios de las familias de los principales estudiantes. De ser héroes comunistas a convertirse en viles villanos o contrarrevolucionarios, que murieron ahorcados por delatores. Al régimen, le sirve un chivo expiatorio antes que castigar a todo el grupo de alumnos. Sin embargo, éstos, deciden actuar juntos sin señalar a nadie como responsable, lo que provocará que todos sean expulsados. De la misma manera, se podrán de acuerdo para huir a Berlín Oeste en Navidad, una época sin tantos controles en los transportes, para así poder terminar su formación académica, lejos de un futuro precario como trabajadores manuales sin libertad.

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