Algunas personas nacen con un talento artístico superior. Una capacidad que les permite captar el mundo que le rodea de una manera especial. A través de la pintura pueden comunicarse con una sensibilidad singular lo que perciben a su alrededor. Esto es lo que le sucede a la protagonista de la película, MAUDIE: EL COLOR DE LA VIDA (Maudie), dirigida por la directora, Aisling Walsh, basada en la historia real de la pintora canadiense del mismo nombre. Una historia difícil desde la juventud por la enfermedad que padecía, que le impedía caminar y agarrar bien los objetos hasta que consiguió la felicidad y el éxito, desarrollar su personalidad plenamente.
Vivía en Nueva Escocia en un pueblo pequeño junto al mar. Se la consideraba como incapaz de valerse por sí misma. Su hermano pagaba a su tía para que la cuidase. Un día decide marcharse como asistenta a la pequeña casa de un vendedor de pescado solitario y de mal carácter. Al principio la convivencia es muy difícil. Le trata mal porque tienen una personalidad hasta cierto punto incompatible. La humilde casa junto a una carretera donde están apenas tiene el suficiente espacio. Poco a poco del maltrato que sufre se pasará a la convivencia cuando Maudie muestre que sabe hacer las actividades de la casa, y lo que es más importante, practique la pintura. Al principio como decoración de la choza y luego para realizar tarjetas y cuadros independientes.
Le descubrirá una vecina de la zona que se maravilla de sus tarjetas decoradas. Luego de sus pequeños cuadros que pintaba en pequeñas tablas de madera, que llevará a Nueva York. Desde ese momento empezará a dedicarse casi exclusivamente a pintar. Vende sus sencillas obras artísticas a la gente del pueblo y la que se para en la carretera frente a su casa ahora toda ella pintada de colores y con anuncios de venta. Le llegará a comprar el vicepresidente Richard Nixon y saldrá en televisión. De ser una asistenta maltratada, pasa a ser la principal fuente de ingresos de la pareja, que han logrado una aceptable convivencia, e incluso el amor.
Su estilo de pintura es sencillo, naíf, que le hará ser una de las artistas más representativas de Canadá. La fuente de inspiración fueron los paisajes y la vida humilde que llevaba junto a los animales. También ella misma y su marido viviendo juntos. Maudie logró representar lo que veían sus ojos en atractivas tonalidades. Consideraba que el mundo ya estaba enmarcado, era una auténtica pintura que sólo faltaba llevarla al lienzo. Con el paso de los años, llegará la enfermedad. El marido permanecerá siempre a su lado y la cuidará hasta el final. De esta manera terminó siendo feliz consigo misma y en armonía con su entorno como reflejaban sus pinturas que mostraban una vida de brillantes colores.
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