A veces, se producen sucesos accidentales producto del azar, de la causalidad de las cosas no intencionadas. Pueden ser incluso demasiado relacionados y numerosos para que no haya premeditación. Ante esas circunstancias, el ser humano tiende a la conservación, a no considerarlas excesivas, que igualmente tendrían consecuencias indeseadas. Tendemos a pensar que son productos del error, a su vez, de la falta de conocimiento fruto de la edad. En otras ocasiones, hechos ocasionados por el estado emocional sin que hubiese una intención maligna. La sospecha, de todas las maneras, puede quedar como una opción plausible. Los personajes de la película, CUANDO CAE EL OTOÑO, escrita y dirigida por François Ozon, se ven envueltos en una serie de sucesos ambiguos, aparentemente azarosos, pero que levantan la sospecha de ser intencionados, y en cierto modo, criminales.
Un pueblo cercano a París. Dos mujeres mayores amigas con un pasado inconfesable. Una tiene un hijo en prisión que visita regularmente. Otra, la protagonista, una hija con un nieto, que pasa malos tiempos pues está a punto de divorciarse. No tiene muchos recursos y se lleva mal con su madre tras conocer su pasado. Le van a visitar por las vacaciones escolares del nieto. Michelle, la abuela, les tiene preparado un plato de setas recién recolectadas en los bosques de alrededor. Por despiste o mala intención, la hija, que es la única que come las setas cae enferma medio envenenada. Desde ese momento, corta todo el contacto con su madre, que echa de menos a su nieto. Mientras tanto, Vincent, el hijo de Marie-Claude, su amiga, sale de prisión. Michelle le contrata para ayudarle a rehacer su vida, que observa como ésta sufre por la distancia puesta por su hija. Un día, Vincent, la visita en París para que se vuelva a llevar bien con su madre. Pero acto seguido, cae desde el balcón, y muere.
La policía investiga el suceso. En principio parece un suicidio, pues no hay pruebas de lo contrario. Más adelante, descubrirán las imágenes de las cámaras de seguridad, y verán a un hombre que entra en el portal de su casa con la cabeza cubierta. Era Vincent, el hijo de Marie-Claude, pero el único testigo, el nieto de Michelle, que salía en ese momento del edificio, no le reconoce, o no quiere delatarle, pues ahora lleva una vida feliz con su abuela en el pueblo, y tiene a Vincent como un amigo, que ha montado un bar con la ayuda financiera de aquella. Años después, Lucas, el nieto, estudia en la universidad de París. Regresa un día al pueblo para visitar a su abuela ya mayor, que le regala las llaves de su casa para cuando muera. El pasado queda lejos. Todos han rehecho su vida de una manera u otra. Influyeron los sucesos del pasado y cómo acabaron, según la intervención, los sentimientos y el carácter de cada uno de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario