Las potencias occidentales vieron con inquietud el expansionismo alemán antes de la Segunda Guerra Mundial. La política de apaciguamiento pretendía que no estallase una guerra que parecía inevitable si el fascismo hacía caso omiso de la Sociedad de Naciones y del respeto a la integridad de las fronteras. La conflagración mundial llegó cuando Hitler decidió la invasión de Polonia. Poco después la dictadura nazi se hizo con Dinamarca y Noruega, sin que Gran Bretaña y Francia pudieran hacer mucho para defenderlas. La película danesa, THE GOOD TRAITOR, de la directora Christina Rosendahl, cuenta cómo el recién nombrado embajador danés en EEUU, se declara como único representante de la Dinamarca libre, frente al régimen que había decidido doblegarse a los deseos de los invasores alemanes.
El embajador Kauffman en Washington, decide combatir a los enemigos del país, en su caso, sin hacer ninguna concesión. Para ello necesitará el apoyo de EEUU, que en 1940 se mantenía al margen de la guerra europea. Para recabar apoyo del presidente Roosevelt, decide que medie su mujer, que conocía al presidente norteamericano por su familia. Tenía el plan de administrar los fondos daneses en suelo norteamericano, y sobre todo, implicar a los estadounidenses cediendo el suelo de Groenlandia para que establecieran bases militares para ayudar a los ingleses, que pasaban una mala situación al principio de la guerra. De esta manera, el embajador se convertirá en todo un héroe para el país, en la actitud contra el fascismo, que favorecerá la entrada de Dinamarca en las Naciones Unidas.
La película cuenta los hechos en forma de flash back desde 1963, cuando yace enfermo de cáncer en un hospital junto a su mujer. El trasfondo de los mismos es paralelo a la historia de la infidelidad del embajador con su cuñada. El trágico final de los protagonistas tendría que ver tanto con la enfermedad, como con una relación llena de dificultades entre ambos a los que unió un destino heroico al servicio de su país.
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