FUERA DE LAS NORMAS


A menudo estamos acostumbrados a ver a jóvenes sin futuro, que no tienen la formación suficiente para entrar en el mercado de trabajo. Por otro lado, nos encontramos con niños y adolescentes que están desahuciados por la sociedad. Ni los países más avanzados les proporcionan los suficientes tratamientos para que pueden superar su grave discapacidad. Solamente cuidados que palían los síntomas de abandono a los que se les somete para que no supongan un peligro para sus familias. Estos niños, que padecen autismo grave, requieren unas terapias a largo plazo que mejoren su comportamiento. La película, ESPECIALES (Hors normes), de los directores, Olievier Nakache y Eric Toledano, recogen el ejemplo de dos asociaciones dirigidas por dos amigos, Bruno Haroche y Malik que se encargan solucionar ambos problemas sociales. Una historia que se basa en hechos reales.


Bruno se encarga de recuperar casos de autismo muy graves, de niños que lo padecen, pero que no reciben un tratamiento efectivo. Se encuentran encerrados en habitaciones mientras toman una fuerte medicación. Apenas son capaces de comunicarse y de moverse. Malik le ayuda formando a jóvenes marginados de los barrios humildes de París como cuidadores de esos niños con quienes nadie quiere estar. Llegan a realizar una actividad complementaria. El problema con el que se enfrentan, no sólo se encuentra en la financiación para mantener su actividad, que les ocasiona tener casi todas las horas del día ocupadas, sino en las propias leyes que regulan los servicios de ayuda a los discapacitados. Ni tienen las instalaciones adecuadas, ni los cuidadores son titulados.


De esta manera, los protagonistas, especialmente, Bruno Haroche, de religión judía, se va a enfrentar a una inspección de las autoridades sanitarias que van a comprobar si respeta todas las normas para realizar los cuidados que ofrece a los niños autistas. Comprueban cómo su piso de acogida está saturado de niños que reciben ayuda. Que el hospital le llama a Bruno para que se encargue de casos difíciles, a pesar que no tiene autorización. Pero, ante todo, que su labor es imprescindible para la sociedad, porque ni el mismo Estado francés, no sabría que hacer con esos niños olvidados, desvalidos, que se encuentran en su casa de acogida, y que con suma dificultad y paciencia, jóvenes marginados tratan de que poco a poco mejoren, y se puedan comunicar con sus semejantes.


La película, por tanto, apuesta por el esfuerzo cooperativo y desinteresado de los miembros de la sociedad. El esfuerzo de unos beneficia a otros, sobre todo cuando sus mismas estructuras son incapaces de dar respuesta a unos problemas persistentes, pues en vez de solucionar la situación que viven los niños autistas, las normas refuerzan un bloqueo que les priva de una solución adecuada a sus carencias.

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