No se puede vivir sin amor es la máxima pronunciada por uno de los personajes de la película, SIN AMOR (Loveless), del director ruso, Andrey Zvyagintsev, la idea básica en la que se basa la pareja protagonista para iniciar el proceso de divorcio. Les frena el piso que comparten que deben vender y un hijo de doce años a quien ninguno de los dos quiere cuidar, pues tienen ya nuevas parejas. Boris, el marido, va incluso a ser de nuevo padre. Tanto éste como Zhenya, su mujer, discuten a todas horas y hacen todo lo posible para no estar juntos. El amor entre ellos lo perdieron hace tiempo. Ella para huir de la tutela de su madre autoritaria quiso contraer matrimonio con el hombre que la dejó embarazada. Él pretendía crear una familia y mantener un trabajo que le exigía disponer de una.
El niño no tiene muchos amigos. Está la mayor parte del tiempo sólo. De esta manera, va y vuelve al colegio. Un día oye a sus padres que no se quieren hacerse cargo de él tras el divorcio. El padre deja la responsabilidad a la madre para que se ocupe de su cuidado, pero ésta nunca le quiso, siempre le vio como un error. Los dos tienen ya nuevos proyectos con otras personas. El primero con una joven que está a punto de dar a luz. Ella convive con un hombre de mas edad pero con un alto nivel económico. El problema surgirá cuando el hijo atormentado por lo situación que vive, desaparezca una mañana al ir al colegio. Una vez más le habían dejado sólo en la casa. Zhenya se dio cuenta que no estaba cuando volvió a casa de madrugada. Boris había pasado la noche fuera con su nueva pareja.
La búsqueda del hijo, lo único que les une a los dos protagonistas, va a resultar infructuosa. Tanto la policía como la ONG que se ocupa de las desapariciones de jóvenes no logran encontrarle. Todas las posibilidades se agotan rápido. Las marchas dentro del bosque hasta el río que era la ruta que el niño seguía a diario para ir al colegio. La colocación de fotografías en las calles y las preguntas a los vecinos si lo han visto. La localización de su escondite en un edificio abandonado. Al final, las primeras nieves del invierno cubren las calles y los parques. El antiguo piso donde vivían empieza a ser reformado para los nuevos propietarios. Desde hace unos meses, tanto Zhenya como Boris llevan una nueva vida. Sin embargo, no parecen ser felices por la desaparición de aquel hijo que algunos años les mantuvo unidos.
La película muestra el dolor que provoca la falta de amor en las relaciones personales. Les hace implacables con la persona con la que compartieron el tiempo. Solamente la consideración moral con el hijo que les unió durante unos años, con otra persona que no es culpable de los errores del pasado, les permite tener una actitud generosa, volcada hacia los demás, más allá de sus nuevos propósitos. Sin embargo, a pesar de todo, les resultará muy difícil ser felices por el sufrimiento y el desamparo provocado a un niño cuya huella se encuentra en sus malos recuerdos de manera definitiva. El extraordinario estilo del director ruso construido con imágenes sobrias de atractiva carga poética fue merecedor del Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario