El pueblo armenio sufrió un auténtico genocidio por los turcos durante la Primera Guerra Mundial. Se inició en abril de 1915 y supuso la muerte de alrededor de tres millones de personas. En la actualidad todavía el gobierno turco niega tal calificativo a la tragedía vivida por los armenios. La película EL PADRE (The Cut), dirigida por el realizador alemán de origen turco, Fatih Akin, contribuye a que tales hechos salgan a la luz y la opinión pública los conozca. Para ello contruye una historia escrita por él en colaboración con el famoso guionista, Mardik Martin.
Una historia que arraca en 1915 en la aldea turca de Mardin, cuando el joven herrero, Nazaret (Tahar Rahim), que está casado y tiene dos hijas gemelas, se ve obligado a separarse de ellas para trabajar a la fuerza en la construcción de carreteras en el desierto. En plena guerra mundial, logra sobrevivir tras perder el habla a la matanza del gobierno turco contra los cristianos armenios. En ese momento iniciará una trágica huída de un lugar a otro hasta que en Alepo se entera de que sus hijas pueden estar con vida. En el Líbano descubre que estuvieron en un orfanato y que al cumplir los dieciseis años se fueron a Cuba con dos comerciantes armenios con la promesa del matrimonio.
Tras pagarse el pasaje como marinero, llega a la isla caribeña, en la que le informan que no terminaron por casarse y que partieron a los EEUU, a Minneapolis para trabajar en una fábrica. Allí llega Nazaret viajando como un inmigrante ilegal y sufrir los más diversos acontecimientos. Sin embargo, no las encuentra por lo que tiene que emplearse en el ferrocarril, viviendo duras condiciones, hasta que en las heladas praderas de Dakota del Norte, en un pueblo apartado, encuentra a una de ellas con vida.
Finaliza, así un recorrido de casi diez años, una odisea, en la que el protagonista conoce gentes muy diferentes, unas muy crueles y otras de gran humanidad, donde no pierde nunca la esperanza de reunirse con su familia. Un viaje entendido como una tragedia contemporánea que permite revisar el hecho histórico del genocidio armenio y reflexionar sobre la condición humana. El conjunto forma una gran producción cinematográfica, donde se combinan los más variados escenarios y paisajes, bien caracterizados por el cuidado de la luz y el color, con la atractiva interpretación de los actores.
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