El trabajo es la principal fuente de ingresos de la mayoría de la población. Si éste tiene una remuneración muy baja o tiene condiciones difíciles de llevar a cabo, lo padecen los trabajadores en su vida cotidiana, siempre entregados a una actividad explotadora que apenas les permite sobrevivir. La libertad con la que los empresarios tienen de contratación, horarios y salario, ha hecho, que tras la crisis de estos últimos años, los trabajadores vuelvan a la condición de proletarios, a los primeros tiempos de la revolución industrial. Una situación que se observa especialmente en los empleos menos cualificados para los que hay mucha mano de obra. La película, EN UN MUELLE DE NORMANDÍA, escrita y dirigida por Emmanuel Carrére, basada en un libro de la periodista, Florence Aubenas, denuncia las duras condiciones de las limpiadoras en Normandía, especialmente, aquellas que se encargan de los camarotes de los transbordadores en el muelle de Ouistreham.
Marianne, interpretada por Juliette Binoche, es una escritora de prestigio que se hace pasar por una mujer desempleada, que busca un trabajo desesperada en el sector de las limpiadoras. Quiere escribir un libro sobre este sector laboral, conociendo desde dentro las dificultades del mismo. La oficina de empleo no tarda en buscárselo. Desde el principio se da cuenta que se trabaja a contrarreloj y el despido puede suceder en cualquier momento si sus jefes no se sienten satisfechos por las cuestiones más banales. También observa que lo más importante son las personas que malviven en este mundo de precariedad. Tienen que desplazarse a veces a grandes distancias, sin disponer de un vehículo propio para comenzar su jornada laboral de madrugada. Tras acumular varios despidos, llega al que es con diferencia el trabajo de limpieza más estresante, los camarotes de los transbordadores, que tienen que adecentarse durante una hora y media de parada, mientras suben y bajan los pasajeros y camiones.
La protagonista forma parte de una cuadrilla de mujeres y hombres, que por el salario mínimo, tienen que cambiar las sábanas, hacer las camas, y limpiar los servicios, en un tiempo limitado. Entre esos trabajadores explotados va a encontrar la amistad, sobre todo de la joven Cristéle, que tiene tres hijos con todos sus gastos. Ella, que ha conseguido un coche, le ayuda a llegar a los transbordadores sin utilizar el transporte público. Marianne, por tanto, se gana su amistad y de las otras compañeras, formando parte de un mundo que no es el suyo. Un día, ella y dos de sus compañeras más cercanas, al retrasarse en la limpieza, pues habían entrado tarde al barco, se quedan atrapadas en el transbordador. En el viaje, la reconocen como la famosa escritora de prestigio. Entonces, toda su nueva identidad que había fabricado, se desmorona. Se enfrenta a sus amigas que le recuerdan que no se puede estar con ellas, y de otro lado, en un viaje que solamente tiene una dirección para la mayoría de las personas, desde la riqueza a la precariedad, pero no al revés.
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