EL TEATRO DE LA EXISTENCIA


En las relaciones humanas resulta muy difícil conocer lo más profundo de la personalidad de quien convives, ya sea tu pareja o tus padres. Siempre hay un lado oculto, que es un rasgo propio construido a través de su existencia, producto de su libertad. Depende también de la fortaleza o debilidad del individuo. Pudiera ser que en tanto que tienes una relación amorosa o de pareja, la conveniencia o el afecto, se establezcan lazos de unión duraderos, en las que las zonas opacas de cada uno sean más amplias, o simplemente inexistentes. Los demás nos dejan una huella indeleble en nosotros, sobre todo si tenemos lazos familiares. La muerte en un hecho fundamental de la existencia, un punto de inflexión por aquellos lazos establecidos que dieron sentido a la vida de ambos. Estos planteamientos se encuentran en la película japonesa, DRIVE MY CAR, escrita y dirigida por Ryusuke Hamaguchi, sobre un relato de Haruki Murakami.




La película es una de las más grandes de la temporada. Por un lado por su extensión, tres horas, y por otra, por la maestría en el manejo del lenguaje cinematográfico. El director cuida el ritmo y el tiempo con precisión, articulado por una mirada que lo mismo atiende al detalle, como a lo general, a la composición en el plano como a la sucesión de escenas, sin escatimar recursos y medios para crear un bello film desde el punto de vista formal. A ello interviene un guion de calidad por estar basado en obras literarias. De hecho, la película representa una obra de teatro, Tío Vania, de Chejov, y los propios personajes inventan a su vez historias, dentro de su propio transcurso vital. Esta complejidad fue merecedora de los premios al mejor guion y de crítica internacional en el pasado Festival de Cannes, siendo estos los primeros de una amplia lista que sin duda alguna terminarán con los Oscar.



El valor de la película reside, por tanto, en su belleza formal, como en la complejidad de lo que cuenta, porque abarca la vida de tres personajes fundamentales. El protagonista, Yusuke, actor y director de teatro, que tiene que afrontar el reto de interpretar y dirigir, Tío Vania, casi de manera obsesiva. Lleva una relación matrimonial de más de veinte años con Oto, una productora de televisión y guionista, que le es infiel, aunque ellos se aman. La muerte de la hija pequeña les afectó profundamente. Luego, Oto será quien muera de manera repentina. La película tiene tres partes: una larga introducción, separada del resto por los títulos de crédito, una primera parte mientras vive con Oto hasta su muerte, en la que descubre su relación con un actor de televisión, y la tercera, la que sería la más característica, dos años después cuando tiene que dirigir, y luego interpretar, Tío Vania en la ciudad de Hiroshima, donde conoce a la tercera protagonista, Misaki, su chofer en la ciudad.



En la tercera parte se muestra la acción más relevante y el mensaje más profundo del guion. Yusuke confirma sus sospechas que su mujer, le fue infiel, y que él, por debilidad prefirió mantener la relación por que le amaba. Sin embargo, antes de morir retrasó su vuelta a casa porque ella le dijo que quería hablar con él. Se siente responsable de que si hubiera llegado antes, ella hubiera sobrevivido. Lo mismo le sucede a Misake, su conductora, que le resultó imposible salvar a su madre, que tenía doble personalidad y que a veces era cruel con ella, del derrumbamiento de su casa. Al final, actor y conductora, se unen en la tragedia de su pasado, reparando por el recuerdo y la unión de sus sentimientos, la supuesta culpabilidad de cada uno. El argumento de la película plantea, además, la incomunicación entre las personas, causada por la falta de conocimiento del otro. Para ello es necesario el conocimiento de uno mismo para acercarse a lo más profundo del alma de quien se pretende amar.

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