EN UN MUNDO CREPUSCULAR


 Hombre y naturaleza están estrechamente unidos desde el comienzo desde la existencia en la Tierra. Sin embargo, el desarrollo económico de nuestra civilización está destruyendo cada vez más el medioambiente. Los avances tecnológicos se hacen más numerosos y avanzados, pero si no se pone remedio al consumo desorbitado y a la contaminación, nuestra existencia se encuentra en peligro de desaparecer, como ya lo están haciendo numerosas especies animales. Llegará el día que los gobiernos del mundo busquen una solución al creciente deterioro de la naturaleza de manera desesperada, y lo hallen mediante la destrucción de los propios seres humanos que le provocaron en el pasado. En estos planteamientos se sitúa la película TENET, escrita y dirigida por Cristopher Nolan.



La pandemia del coronavirus que estamos padeciendo, y que ha vaciado las salas de cine, es una demostración que el ser humano es vulnerable a nivel global. La vida diaria como la conocemos está siendo atacada por la incidencia de un ser vivo minúsculo. En el mundo de la película, que es el nuestro, a nivel de los servicios secretos y los traficantes de armas, se está viviendo una guerra fría, no basada en armas nucleares, sino en el dominio del tiempo. En el futuro más inmediato se ha descubierto la capacidad de dominar la progresión lineal del mismo, la capacidad de regresar al pasado y transformarlo. Además, se ha logrado cambiar la entropía del objeto, la relación causa efecto, por el cual en un disparo primero sería el hueco de la bala que el disparo. Existiría, de esta manera, una radiación invertida que provocaría estos efectos, y el mundo resultante sería un mundo invertido, donde los coches no irían hacia adelante sino atrás.



Los humanos del futuro pretenderían destruir el pasado, nuestro presente en el que somos incapaces de controlar el cambio climático, la degradación medioambiental, que hará la vida imposible en aquel futuro. Para ello se valen de un traficante de armas, un jerarca ruso, que vincula su existencia, cada vez más corta por estar enfermo, con la destrucción del mundo, uniendo un algoritmo que ha llegado fragmentado de otro tiempo, que provocaría el colapso de la existencia de la materia al alterar la variable del tiempo desde el punto de vista físico. Por otra parte, la película, si es atractiva de ver por las numerosas escenas de acción, algunas espectaculares como el choque real de un avión contra un edificio, puede resultar un galimatías argumental apenas aclarado por lo que dicen los personajes, y confuso por los cambios hacia el pasado y el presente.



El director juega, por tanto, con elementos provenientes de la ciencia ficción por un lado, y por otro, del espionaje. Unos elementos muy de actualidad como son la concentración de poder en manos privadas de carácter criminal, la preocupación medioambiental y el cambio climático y sus consecuencias en el futuro, los avances científicos en todos los órdenes para la comprensión de la naturaleza que nos rodea, que en el intento de dominarla y ponerla a nuestro servicio, descubrimos que la necesitamos para nuestra existencia. Una naturaleza de la que somos parte y no podemos superar ni prescindir.

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