El sistema económico se rige por la ley de la oferta y la demanda. Los precios de las mercancías dependen del número de ellas en el mercado y de la cantidad de compradores. Las empresas que los producen compiten para obtener mayores beneficios sin importarles muchas veces los medios para conseguirles. El problema se encuentra cuando la propia organización social y política se ve condicionada por este procedimiento económico. Nos convertimos en consumidores y muchas de nuestras expectativas se basan en ello. También somos mercancías que con un precio en forma de salario conseguimos los ingresos suficientes para vivir.
El trabajador dependiente de las leyes económicas está sometido a las arbitrariedades de los empresarios, a los flujos de riqueza y pobreza, más en estos tiempos de crisis y de competencia global. La película francesa, LA LEY DEL MERCADO ( La loi du marché), dirigida y escrita por Stephane Brizé, muestra en toda su crudeza esta situación de precariedad. Todas la narración se centra en el protagonista, Thierry (Vicent Lindon), un cincuentón que es despedido de la fábrica donde llevaba trabajando toda su vida y sufre la dificultad de encontrar un empleo nuevo. Tras quince meses en paro ve como el seguro de desempleo se le acaba. Tiene que mantener a su mujer y a un hijo con parálisis cerebral que está estudiando.
Los ingresos cada vez son menores y se plantea vender algunas de sus bienes. Realiza numerosos cursillos de formación, algunos sin ninguna finalidad prática. Lo mismo entrevistas de trabajo, hasta que consigue un empleo como vigilante de un supermercado. Tiene que estar tras las cámaras para vigilar que no se produzcan hurtos y recuperar los productos substraídos. La tarea más difícil es controlar también a sus propios compañeros. La película, a modo de documental, muestra a varios clientes que son grabados, y el procedimiento para hacerles pagar lo robado. De la misma manera, recoge el suceso de una cajera despedida por apropiarse de un cupones de los clientes y su posterior suicidio.
Al protagonista no le queda más remedio que ponerse al servicio de aquellos empresarios despiadados que una vez le mandaron al paro, y, además, para serviles en esta función que convierte al ser humano en mercancía al servicio del beneficio económico, sin importar la realidad humana que existe tras el empleado. Al final se le muestra saliendo precipitadamente del interrogatorio a una trabajadora capturada por las cámaras haciendo algo prohibido por la empresa. Entendemos que huye de una circunstancia cruel para no volver a ser cómplice de una injusticia social. Los actores secundarios no profesionales refuerzan el realismo de la historia. La interpretación de Vicent Lindon en el papel de Thierry, centraliza la narración y todas las escenas de la película, por la cual recibió el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cannes.
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