
Un padre (Viggo Mortensen) y su hijo huyen de esta desolación, buscando el mar, el sur para poder sobrevivir. En el camino tienen que sortear a los hombres "malos", convertidos por desesperación en caníbales. De esta manera, en el film hay una perspectiva moral, impregnada de religiosidad, que apuesta por la supervivencia basada en el respeto entre los seres humanos, en la fuerza del "fuego" que cada uno lleva en su interior, que le permitirá no sucumbir a la muerte.
Otro aspecto describe la importancia del amor carnal, añorado por el protagonista en sucesivos flash back de antes del cataclismo, que opone el color del pasado y la oscuridad del presente. Un amor propio, esencial entre el hombre y la mujer, que configura, así, la estructura básica de la sociedad, de la felicidad y del futuro.
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