LA FOTOGRAFÍA EDWARD WESTON


 

La fundación Mapfre presenta la exposición, EDWARD WESTON. LA MATERIA DE LAS FORMAS, una antológica de la trayectoria fotográfica de este maestro a través de casi doscientas obras, centrada principalmente en la época de entreguerras hasta los años cuarenta. Contribuyó, junto a figuras relevantes como Paul Strand y Alfred Stieglitz, a la emancipación de la fotografía de otras disciplinas artísticas. De hecho, pronto abandonaría la corriente pictorialista para desarrollar todas las capacidades del medio con una originalidad extraordinaria. Trató con su cámara diversos géneros: retrato, naturaleza muerta, paisaje y desnudo. Su estilo es siempre riguroso en la técnica, la composición y la forma, en el que elimina lo accesorio e innecesario. El arte de la fotografía reside en el momento de tomar la imagen, que para él, es instintivo, que junto la inmediatez y la intensidad, son elementos esenciales de su talento creativo.



En su trayectoria son fundamentales los dos periodos en los que vivió en México, uno de ellos junto a Tina Modotti. Luego se establecería en California definitivamente, donde empezaría cualquier proyecto posterior, aunque ya en 1911, se había asentado allí al abrir su primer estudio fotográfico. La fama le llegó al final de su vida con sendas retrospectivas, primero en el MOMA de Nueva York, y luego en el Musée d´Art Moderne de Paris. Weston empleaba una cámara de gran formato para imágenes en blanco y negro muy detalladas y de nitidez extraordinaria. Según sus propias palabras, son fruto de un trabajo concienzudo donde experimentaba con la composición y la forma de los objetos. Destaca en su producción las naturalezas muertas, conchas, pimientos, restos vegetales, incluso excusados, que adquieren una percepción nueva tras su mirada subjetiva. Es la diferencia entre la materia en sí de las formas, a aquella que adquiere un valor artístico tras la mediación del autor.



Los cuerpos desnudos también son elaborados en la imagen en fondos muchas veces neutros para destacar el contorno nítido, que proporciona una visión escultórica de los mismos, de los que se toma unas veces detalles, partes anónimas como el torso, a otras, como el cuerpo entero, cercano o lejano en un paisaje de playa o en una piscina. La exposición muestra un extraordinario representación conjunto de paisajes naturales, principalmente de aquellos desiertos que rodean California, donde capta el relieve montañoso o los océanos de dunas; también, los acantilados, las pequeñas playas de piedras y las vegetaciones que crecen y mueren con el tiempo, a su orilla. En las formas representadas, igualmente tiende a ser seducido por los objetos singulares que encuentra por su aspecto, tanto vegetales como pétreos. El artista siempre es consciente de la fuerza generadora de la naturaleza que produce imágenes cambiantes a las que apenas puede captar. En los años cuarenta coincidiendo con la guerra mundial, su fotografía expresa un tono melancólico y denso, no sólo en los temas, sino en el tratamiento de las texturas y la luz, que alude a la decadencia, la finitud y la muerte. Así, viaja por el país tomando imágenes para ilustrar la obra de Walt Whitman, Hojas de Hierba, que quedaría interrumpido por el conflicto. Las mejores imágenes del periodo hasta su fallecimiento son las que realiza en la región costera de Point Lobos, California, donde residía.



ESTÉTICA DE LO DESENFOCADO


 

El CaixaForum de Madrid presenta la exposición, DESENFOCADO. OTRA VISIÓN DEL ARTE, que reúne un conjunto amplio de pinturas, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones, de diferentes artistas entre finales del siglo XIX hasta la actualidad, que expresan un procedimiento peculiar del arte para acercarse a la representación. Frente a la delimitación precisa de los contornos de las figuras y formas, se encuentra la imagen borrosa, imprecisa, que añade un significado al contenido de la obra. Esta manera de actuar de los artistas en la utilización del difuminado, la podemos encontrar en la historia del arte, pero será en los albores del arte contemporáneo cuando se concrete el empleo del flou, con una intencionalidad precisa. Así, lo observamos en la pintura de Monet o en las primeras fotografías de la historia.



La exposición se organiza en cuatro secciones y un preámbulo: En las fronteras de lo visible; La erosión de las certezas; Elogio de la indefinición; y Futuros inciertos. El recorrido por las obras y los más variados autores nos hace partícipe de la experimentación desarrollada por ellos. Unos influidos por las visiones, no del todo precisas todavía del cosmos o de la investigación de la materia o del color; otros, en su camino hacia la abstracción. De esta manera, la realidad, no tiene una lectura unívoca, sino plural, fruto de nuestra experiencia que se desarrolla en el tiempo. Las obras presentadas de Thomas Ruff, Gerard Richter, Has Hartung, Soledad Sevilla y Mark Rothko, son muy significativas. En el siguiente apartado, el desenfoque se emplea para tratar el pasado histórico, sucesos violentos o acontecimientos dramáticos, como el Holocausto, el atentado de las Torres Gemelas, el fenómeno de la inmigración o la violencia racial. Los artistas, en este caso, tratan de dar testimonio de algo, denunciarlo o señalar lo que no se quiere ver u olvidar.



El desenfoque, además, nos muestra un mundo que es difuso, donde la identidad es también indefinida, borrosa, de la que surgen retratos peculiares e inciertos. Alberto Giacometti afirma que ya no sé quién soy, dónde estoy, ya no me veo..., mientras el visitante observa una de sus esculturas junto a una fotografía de formas vaporosas en blanco y negro. El cineasta Sébastien Lifsntiz, en su obra, Mi vida desenfocada. El inventario infinito, presenta un conjunto de fotografías amateur de su colección con la característica que son fallidas, desenfocadas por el movimiento o la falta de luz, que adquieren un nuevo valor por esta razón y hacen surgir lo imprevisto. El último apartado nos habla del futuro, de un tiempo de incertidumbre que se inició con la pandemia, con las amenazas constantes de la realidad. Observamos una fotografía de Nan Goldin de los primeros tiempos de la cuarentena en New York a modo de naturaleza muerta, y una frase también destacada, La imagen no es más que un cristal en el que se deposita el vaho del tiempo vital.



CERVANTES EN ARGEL


 

Miguel de Cervantes se encuentra en el culmen de la historia de la literatura universal. El Quijote se considera como la primera novela moderna que alcanzó la fama desde el momento de su publicación muy a comienzos del siglo XVII. Sin embargo, del autor, madrileño de nacimiento, apenas se conocen referencias a su vida personal, muchas de ellas perdidas en los archivos. Podemos aproximarnos a través de su obra, desde el portentoso señor de La Mancha, que no sólo cuenta sus aventuras, sino introduce otras nuevas de todo tipo, que son reflejo de la sociedad y mentalidades de un época en los reinos hispanos. Además, son prueba, de su capacidad de fabular, de contar historias. La película, EL CAUTIVO, escrita y dirigida por Alejandro Amenábar, nos habla del Cervantes íntimo durante su cautiverio en Argel entre 1575 y 1580, y de su talento de escritor y de hombre de acción que lucha por alcanzar la libertad.



Miguel de Cervantes fue apresado a su regreso a España tras su participación en la batalla de Lepanto contra los turcos. Llevaba con él una carta del mismísimo Don Juan de Austria que le permitía el regreso, pues según la película tuvo que exiliarse en Italia, tras un oscuro duelo, tras las sospechas de una relación inadecuada entre el humanista López de Hoyos, su maestro, y él. En Argel, tras considerarse un prisionero de prestigio, va a depender directamente del mismo Hasán Bajá, el gobernador de la ciudad, en vez de ser vendido como esclavo. Residirá un un patio porticado junto al palacio con otros caballeros y religiosos en espera de un rescate cuantioso de su familia. Pronto destacará la personalidad de Cervantes entre los prisioneros, sobre todo cuando empiece a contar historias que entretienen a sus compañeros. Su éxito, llegará a oídos del Bajá, que le llamará al palacio para escucharle.



El Bajá le concede un día de libertad por cada historia que le cuente. De esas horas fuera del presidio puede conocer la ciudad y sus gentes, a los artesanos y comerciantes, donde se mezclan cristianos y musulmanes, personas de todas las razas y orientaciones sexuales, perseguidas en su país. Poco a poco, el interés del Bajá, un veneciano convertido al islam, se centra en su persona, se enamora de él. Cervantes aprovechará la confianza del dignatario para urdir planes de fuga con sus amigos dentro del presidio. Uno resulta fallido por la traición de uno de ellos, otra exitosa, que casi le cuesta su vida. Pero, con el tiempo, alcanzará la seguridad por la relación afectiva que mantiene. Al final, tendrá que tomar una decisión, o irse con Hasán a Constantinopla, o regresar a Castilla, donde han logrado reunir un cuantioso rescate. Será elegida la segunda opción para desarrollar su carrera literaria, para que sea leído por el público, demostrada su inventiva continua y la calidad de su escritura.



La película parece fruto de una labor de preparación y búsqueda de información de lo que sucedió realmente en Argel. Sin duda, hay hechos inventados, pero otros son reales junto a los personajes con sus nombres que intervienen en ella. La mejor prueba es el mismo Quijote, cuya creación aparece en muchos detalles que el observa y experimenta en presidio para luego llevarlos a la monumental novela; la propia definición del talento del joven escritor repleto de cuentos y vivencias que se trasladan al lector una tras otra o a la par, y se modifican según su albedrío, producto de una creatividad infinita.

UN SIGLO DE LA CÁMARA LEICA


 

El Centro Cultural de la Villa, Fernán Gómez, presenta la exposición, LEICA. UN SIGLO DE FOTOGRAFÍA, que forma parte de los actos conmemorativos de los cien años desde la presentación de la cámara Leica I en la Feria de Leipzig de 1925. Una cámara inventada por el técnico y fotógrafo aficionado, Oskar Barnack, y fabricada en serie por el empresario Ernst Leitz, asumiendo un riesgo importante que resultó provechoso, pues supuso una revolución en el medio desde ese momento, al utilizar una película de 35 mm, horizontal. Los pesados aparatos pasaron a ser ligeros y portátiles para captar la realidad de la calle y cualquier acontecimiento relevante que sucediese. Por estas razones, y por la calidad de las imágenes resultantes, en imprescindible para los grandes fotógrafos del siglo XX, hasta nuestros días. Aquellos que buscaban reflejar un instante afortunado, o la crudeza de los enfrentamientos bélicos.



Sabemos que fue la cámara empleada por Robert Cappa, Agustí Centelles y Antoni Campaña, en la Guerra Civil española, de la que la presente exposición muestra dos imágenes icónicas. Fue, por tanto, esencial, para el fotoperiodismo contemporáneo que se abría paso por aquellas fechas. Los fotógrafos españoles de posguerra, igualmente la emplearon, como Oriol Maspons, Joan Colom, Ricard Terré, Gabriel Cualladó, Gonzalo Juanes, Alberto Schommer, Ouka Lele, Cesar Lucas, Navia, Paco Gómez, Alberto García-Alix, y un largo número de ellos de los que se muestran imágenes. Lo mismo podemos decir de los maestros internacionales, con fotografías icónicas de Elliott Erwitt, Sebastiao Salgado, René Burri, Steve McCurry, Bruce Davison, Joel Meyerowitz, y Alberto Korda, entre otros, representado por el retrato más famoso del Che Guevara.



La presente exposición se organiza en distintas secciones temáticas, desde las primeras imágenes del archivo de la marca, hasta mostrar imágenes de la gente, la sociedad, la calle, el paisaje, o la mujer. Una sala específica está dedicada a los distintos modelos y aportaciones realizadas por Leika a lo largo de la historia. Una cámara gigante es el centro de la misma. En un lateral, los distintos modelos que salieron al mercado hasta la actualidad. En la pared del fondo nos cuenta su desarrollo. Sabemos que sus innovaciones aparecen recientemente en las cámaras de los móviles, y como complementos de otras marcas proporcionando un prestigio añadido, que como sabemos, ha sido labrado a través del tiempo, desde hace cien años, añadiendo fiabilidad y prestigio, para una cámara de alta gama.



ENCUENTRO CON EL PASADO


 

Los hijos heredan de sus padres un conjunto de rasgos genéticos que les hace parecidos físicamente a ellos. El color de los ojos y del pelo, la altura y la forma del cuerpo, incluso el carácter. Interviene, además, la convivencia familiar durante la infancia y la adolescencia, la educación singular a diario. Los accidentes de la vida pueden provocar que esta segunda influencia de los padres desaparezca, al quedar los hijos huérfanos, desamparados, y sea otro ámbito familiar quien los acoja con sus propias circunstancias. Muchos jóvenes que fueron adoptados siendo niños con el tiempo quieren conocer su verdaderas raíces, su progenitores biológicos, las causas de sí mismos. Es lo que sucede a la protagonista de la película, ROMERÍA, escrita y dirigida por Carla Simón, en la que Marina, una joven adoptada, que vive en Barcelona, viaja a Vigo para sacar la partida de defunción de su padre, necesaria para obtener una beca para estudiar en la universidad.



Marina se encuentra en Vigo que no aparece en el registro civil como hija de su padre Alfonso Piñeiro, por lo que tiene que pedir ayuda a la familia, que la estaba esperando. Lleva como guía el diario de su madre, que tuvo una relación con su padre de varios años en la década de los ochenta. Todavía viven sus dos abuelos y cuatro tíos con numerosos primos. Uno de ellos la acoge en su casa y en su barco; otro, sin hijos, todavía recuerda aquellos años de fiesta continua y drogas; una de las tías lleva un taller de vestidos de novia, y otra, más joven, intima con ella. Los recuerdos son fragmentarios. No todos estuvieron en la ciudad coincidiendo con sus padres. Ayuda las fotografías que todavía decoran las paredes. Visita el edificio donde vivieron, y el barco deteriorado, donde atravesaron el Atlántico. Descubre aquellos años de la movida continua, el grupo de antiguos amigos de sus padres, y su consumo de drogas y otras sustancias, además del tráfico de drogas por lo que alguna vez fueron detenidos.



Sus padres vivieron, por tanto, en un continuo desenfreno hasta que se deterioraron por la adicción a la heroína, y el sida. Los abuelos eran propietarios de un astillero, y les proporcionaron a veces recursos para vivir. Cuando se separaron, ya no se volvieron a juntar, uno en Vigo, otra en Barcelona, embarazada. Primero murió el padre, luego la madre. Marina quedó con los recuerdos principalmente de la madre. Lo destacado de la película es la forma que tiene Carla Simón de contar esta historia inspirada en su propia biografía. Por una parte, mezcla las imágenes de la misma con otras grabadas por la cámara de vídeo que lleva la protagonista, y que toma según visita los lugares significativos. Por otra, en un momento dado de la narración, aparece la secuencia de la convivencia de su padres jóvenes en los ochenta, con la peculiaridad, que quienes les interpretan, son los mismos actores que en el presente, su primo mayor como su padre, y ella, como su madre, en la mayoría de las escenas. Una auténtica simbiosis de dos épocas diferentes, expresión de los deseos y sueños no complidos, de la recuperación de una memoria perdida.