Los accidentes de aviación suceden pocas veces pero cuando se producen causan muchos muertos. Las maniobras más peligrosas son el despegue y el aterrizaje, aunque se han dado casos que las aeronaves han desaparecido de los radares al caer al mar y hundirse entre las aguas. Salir indemne de un hecho de este tipo puede considerarse milagroso o de una fortuna especial, de tal manera que al comienzo de cualquier trayecto se les explica a los pasajeros las normas más elementales de seguridad. Además, todos los accidentes conllevan una investigación de sus causas, para saber si ha sido un fallo humano o técnico, pues intervienen el interés del fabricante y de los seguros que tienen que afrontar las idemnizaciones.
La última película del director Clint Eastwood cuenta el amerizaje de un avión en las aguas del río Hudson el 15 de enero de 2009, una maniobra desesperada para evitar que chocase con los edificios de la ciudad de Nueva York. Se salvaron todos los ocupantes del mismo unos 155 tras pasar momentos de pánico. Este auténtico milagro se debió a la pericia del piloto, el Capitán Sully Sullenberger, con una amplia experiencia de más de cuarenta años volando y próximo a su jubilación. El guion se basa en el relato del protagonista, que centra la película en su personaje, en lo que vivió y sintió antes y después del mismo. Por su hazaña y la de su compañero de cabina, se convirtió en un auténtico héroe.
Sully, decidió en pocos segundos, tras chocar con un bando de aves que anularon los motores, y ver que no había posibilidad de aterrizar en ningún aereopuerto, hacerlo en el agua. El puso toda la habilidad técnica de muchos años y los equipos de rescate tardaron 24 minutos en sacarlos del avión.El actor, Tom Hanks, lleva el peso de la película como protagonista principal interpretando un papel que por una parte es un héroe para la opinión pública y por otra un piloto que está siendo investigado si tuvo opción de volver al aereopuerto de La Guardia u a otro próximo más cercano.
Al final triunfaron sus tesis, que el factor humano impide decidir lo que hay que hacer de manera automática, como hacen los algoritmos o los ordenadores a posteriori. El se tomó 35 segundos, y solamente ese tiempo impedía, al ser un hecho sorpresivo, volver con seguridad a tierra. Los aviones no los pilotan las máquinas sino seres humanos. La razón la tuvo de su parte y también el sufrimiento de recordar los hechos, los momentos antes de iniciar el vuelo, las pesadillas posteriores mientras estuvo aislado para evitar la prensa, y antes del juicio para determinar las responsabilidades. El director narra este proceso no de manera lineal sino invertida, mezclando los tiempos para centrarse en Sully, el auténtico protagonista de la película.
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