La película FUERZA MAYOR, dirigida y escrita por el director sueco, Ruben Östlund, recibió en el Festival de Cannes de 2014 el Premio del Jurado. Un merecido galardón para una reflexión sobre el comportamiento del ser humano en situaciones extremas, de riesgo. El miedo hace cambiar las reacciones normales en favor de otras instintivas de protección rápida ante un grave peligro. Unas reacciones de carácter individual frente a las de ayuda mutua de carácter social o familiar. De esta manera un matrimonio con dos hijos pequeños que pasan unas vacaciones de nieve en un paraje de los Alpes franceses entra en crisis cuando sufre una situación de este tipo.
La familia se aloja en unos apartamentos de la estación de esquí. Un día en la parte superior de las pistas mientras están descansando frente al espectacular paisaje montañoso del lugar, se produce una avalancha controlada. La masa de nieve, sin embargo, sobrepasa esta vez los límites previstos y cae en parte sobre la terraza del restaurante. Esto hace que la gente salga huyendo, entre ellos Thomas, el padre de la familia, sin ayudar a su mujer, Ebba, y a sus dos hijos. A partir de esos momentos, habrá problemas entre los dos porque la mujer no comprende su actitud de abandono precipitado.
Esto le hace cuestionar la relación que llevan. Si merece la pena el sacrificio de compartir la vida con un hombre que sólo se interesa por él. La pérdida de libertad de no poder estar con otras personas por su compromiso afectivo. Al final, el marido reconoce su error de actuar de esa manera, tras la ayuda que le proporciona una pareja de amigos que compartían las vacaciones. La última escena de la película recuerda también que la reacción instintiva individual ante el miedo puede producirse en cualquier persona, en este caso en la mujer, cuando manda parar el autocar que transportaba a los turistas de vuelta, para bajarse por los errores del conductor al sortear las cerradas curvas de la montaña.
El director sueco pone el objetivo en la psicología del ser humano a través de mostrar el comportamiento individual y social. Lo hace con el estilo sobrio y analítico muy del gusto del festival francés. No hay ninguna concesión al puro entretenimiento que distraiga al espectador del argumento central y la línea del relato visual. Por otro lado, es un estilo brillante, que cuida mucho la belleza de las imágenes al buscar el equilibrio compositivo, tanto de los primeros como de los planos generales, y la captación adecuada de la luz.
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