IMOGEN CUNNINGHAN, FOTOGRAFÍAS

Una amplia retrospectiva de la fotógrafa norteamericana Imogen Cunningham(1883-1976) podemos ver en la Fundación Mapfre de Madrid. Nacida en Portland, Oregón, tuvo una profunda formación académica universitaria, donde llegaría a ser profesora. Desde su juventud se empezó a interesar por este medio hasta su muerte a los 92 años de edad. Ella contribuyó a la consideración de la fotografía como un arte con mayúsculas, no un mero reflejo de la realidad visual. Pretendió en su larga vida buscar siempre la belleza de la forma a través de la imagen captada por una cámara.
Se formó en el estudio fotográfico de Edward S. Curtis, en el ámbito del pictorialismo, donde aprendió la técnica de la platinotipia y el retoque de negativos. Así como completó su formación en Dresde con una beca. Fue influida por los destacados fotógrafos de su generación como Alfred Stieglitz y Edward Weston y siempre se mantendría al tanto de las nuevas tendencias del arte y de la fotografía. La exposición expone unas doscientas obras, desde las imágenes familiares inéditas de sus comienzos hasta los años setenta. El espectador puede comprobar la idea que ella tenía de la fotografía desde el principio, y que es sin duda su gran aportación a la historia. Captar lo cotidiano, los paisajes, el ser humano, proporcionándole la mayor entidad formal. Encontrará la belleza en los objetos captados de forma extraordinaria y en las flores más exóticas, que le dieron fama internacional al ser mostradas en la exposición Film und Foto de la Werkbund de Stuttgart en 1929.
La exposición madrileña se organiza temáticamente, combinando diversas cronologías. Resulta un acierto por cuanto la importancia de la fotografía de Imogen es su cualidad formal que ya descubrimos desde el principio de su carrera. Destaca su manera de realizar los retratos de personajes famosos, artistas y escritores conocidos, de su familia, donde valora especialmente la luz y la composición dentro del encuadre, y sobre todo de los desnudos, de los que extrae el interés por la cualidad geométrica y su evidente sensualidad. Siendo el mejor ejemplo su autorretrato de 1906 que es captada entre la hierba. A partir de 1946, y después de conocer a Lisette Model, empezó a realizar fotografías en la ciudad, las llamadas de calle o robadas. Siguió trabajando hasta el final de su vida en las imágenes de ancianos, conjunto que dejaría inacabado. Su obra se conserva y estudia en la Imogen Cunnimgham Trust desde aquellos años hasta la actualidad, de las que las fotografías de esta exposición forman parte.

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