El director Fernando León de Aranoa demuestra en su nueva película, AMADOR, su talento como brillante guionista. En la promoción, antes de su estreno, se podía adivinar ya el argumento según el trailer: una cuidadora de un anciano mantiene el cuerpo del mismo una vez muerto en casa. Después de ver la película podemos decir que es por dinero para mantener los gastos y el negocio del marido dedicado a la venta clandestina de flores. Sin embargo según transcurre la misma adivinamos que su matrimonio no va bien y quiere abandonar a su marido infiel; que Marcela la protagonista está embarazada cuando no tiene recursos económicos para mantener a su futuro hijo, y que la familia del muerto, Amador, consiente lo que está haciendo Marcela, porque ellos también necesitan seguir cobrando la pensión del viejo.
Todo se va descubriendo a la vez que transcurre la película, que va tejiendo las distintas informaciones sobre los personajes y lo que les sucede para ir profundizando en lo que quiere transmitir el director. Nos dice Amador que la vida es un puzzle en el cual vas poniendo cada vez una pieza, a veces de manera inconsciente. Él en el momento de morir se queda sin poner la última, se la pondrá Marcela. La película reflexiona sobre la vida, la del que va a nacer, sus circunstancias económicas difíciles, el amor y el desamor, y la muerte.
Marcela y su marido son inmigrantes iberoamericanos que se ganan la vida como pueden. Ella es la auténtica protagonista formal de la película en casi todos sus planos, sobre todo los que captan sus emociones. Hay uno que se repite constantemente a lo largo del metraje. Marcela se encuentra en la cocina o en el salón sentada y la cámara le capta desde lejos a través de los espacios de la casa. El ritmo de la película es sereno, a veces repetitivo, donde se cuidan de forma particular los encuadres. En general, tiene un aspecto documental que refuerza el compromiso social de la película y del director.
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