Los trabajadores humanitarios o cooperantes constituyen hoy actores principales en las zonas de conflicto bélico o catástrofe. Pertenecen a distintas ONG y canalizan recursos económicos en forma de ayuda desde los países más ricos. La vida cotidiana de ellos en Bosnia poco después de la llamada Guerra de los Balcanes, nos la cuenta el director Fernando León de Aranoa en la película, UN DÍA PERFECTO (A Perfect Day), cuyo guión se basa en la novela, Dejarse llover de Paula Farias. Lo más importante es la forma de hacerlo, en un corto espacio de tiempo y pequeños acontecimientos entorno a un grupo reducido de personas.
En un par de días suceden todos los acontecimientos. Un grupo de cooperantes intenta restablecer los servicios básicos de los bosnios destruidos por la guerra. Tienen que moverse por caminos rurales y campos llenos de minas. El agua potable es una prioridad, así tienen que sacar un cadáver arrojado a un pozo para contaminarle. Aunque en la alta política la guerra ha concluido, la paz no ha llegado del todo a la población y el odio continúa entre las comunidades enfrentadas. La convivencia no se ha restablecido del todo a pesar de la labor de los cascos azules de la ONU. Una relación humana que afecta a los cooperantes con la población sumidos en el drama de la guerra y la que existe entre ellos.
La narración de la película se basa en el diálogo de los protagonistas basado con un contenido cómico. Una forma de distanciarse de la dura realidad en la que se mueven. Un paisaje agreste, los pueblos destruidos por las bombas, la violencia oculta que sigue existiendo a pesar de los acuerdos entre los grupos armados y la población. Los protagonistas son dos hombres y dos mujeres. Mambrú (Benicio del Toro) es el jefe de seguridad a punto de abandonar la misión tras muchos años de experiencia. Lo mismo le sucede a B (Tim Robbins), un cooperante muy experimentado formado en mil conflictos, que espera la evaluación de Katya (Olga Kurylenko), para continuar la ayuda o no. Mientras Sophie (Mélanie Thierry) se enfrenta por primera vez a los horrores de la guerra.
La película constituye, así, un conjunto armónico donde lo importante no es la acción, sino los pocos personajes que la protagonizan, que tienen que sobreponerse a unas circunstancias aparentemente sencillas, pero no por menos dramáticas, violentas, a las que ellos ponen el contrapunto, no la solución. Una amplia banda sonora refuerza la originalidad de las imágenes y la perspectiva narrativa de la misma.
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