LOS DESCENDIENTES (The Descendants), escrita y digida por Alexander Payne, basada en la novela homónima de Kaui Hart Hemmings, gira entorno al drama familiar que supone la muerte de la madre tras un accidente en el que había quedado en coma. Ésta se produce tras desengancharla de la máquina que la mantenía con vida. La película cuenta el tiempo desde que los médicos toman la decisión de no prolongar su vida, hasta la defunción. Mientras tanto, el marido, interpretado por George Clooney, que se había separado de su mujer, vuelve a cuidar a las hijas, afectadas por los problemas de los padres. Tiene que informar a todos los amigos del fatal desenlace, e incluso al amante de la mujer, del cual tiene noticia por la hija mayor.
El tono de la película se desarrolla con el dramatismo propio de la historia y con un cierto humor en los diálogos y en algunas de las situaciones que afrontan los personajes, dos adolescentes, la hija mayor, su amigo, y la hija pequeña, con el padre, todos ellos magníficamente interpretados, que refuerzan esa peculiar duplicidad.
La película combina sencillez narrativa y precisa elaboración de imágenes con un fondo de música hawaiana, que transmite emocionada serenidad; dramatismo y elementos cómicos; especulación urbanística y paisajes naturales de gran valor, como el que administra el protagonista en nombre de toda una gran familia de ancestros, descendientes y primos, otro de los aspectos esenciales de la historia, que al final se decide no vender, preservar, para asociarle al propio linaje y no destruirlo, de la misma manera que la ausencia y el recuerdo de la madre, mantendrá la unidad y un nuevo afecto entre el padre y sus dos hijas.
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