UNA FAMILIA SINGULAR


La familia constituye un elemento esencial para la sociedad. De cómo sea el nivel económico o los valores que se transmitan en ella, dependerá en parte la educación de los hijos. La familia ampara a sus miembros, ya sean jóvenes o ancianos, ante cualquier percance o falta de medios económicos para subsistir. Las leyes del estado protegen a la familias y reconocen su importancia en la vida de los ciudadanos. Se fundamenta en el parentesco de abuelos, padres e hijos. Los hijos no eligen a su familia, y al revés, resulta excepcional, aunque cada vez se producen más adopciones. Por otra parte, la familia no es ajena a múltiples problemas como los derivados de la violencia de género o a el abandono de los hijos. Muchas familias, así, se desestructuran, y otras, son monoparentales.


La película, UN ASUNTO DE FAMILIA, escrita y dirigida por el prestigioso realizador japonés, Kore-Eda Hirokazu, presenta una familia peculiar, no unida por lazos de sangre, sino por la supervivencia, por el delito. Todos los miembros viven en una modesta casa baja, propiedad de una anciana, junto a un matrimonio, un niño y una joven. Al principio, nada hace sospechar, que los modestos trabajos de los adultos, de peón y de planchadora en una fábrica, no les permiten tener mejor nivel de vida, incluso, que el hijo menor no vaya a la escuela y se dedique con el padre a robar en las tiendas. La joven, que parece la hermana de la madre, se exhiba en un espectáculo erótico, y la abuela, reciba ingresos de la supuesta pensión de su marido.


La vida de esta modesta familia va a cambiar cuando acogen a una niña que sus padres tienen abandonada en la terraza de su casa a pesar del frío invernal. El espectador irá descubriendo poco a poco la verdad de todos según avanza la película, al contarnos la vida diaria donde incorporan al nuevo miembro en sus costumbres peculiares. Saben que la están buscando los servicios sociales porque sus padres han denunciado a la policía su desaparición y aparece en los medios de comunicación. La cambian de peinado y de nombre, la tratan como su hija. El espectador descubre, entonces, que sobreviven al margen de la ley, por una parte, forzados por las circunstancias económicas, por otra, por los deseos de los protagonistas adultos, que no conciben otra manera de convivir.


Al final, tras la muerte de la abuela, que entierran en el jardín de la casa, caen en manos de la policía, cuando atrapan en una tienda a Shota robando. Nobuyo, la que hace de madre, se atribuye el peso del delito de secuestro de la niña, dejando a su pareja, Osamu, sin culpa, por tener antecedentes penales. A ésta la llevan con sus progenitores, que seguirán maltratándola y abandonándola en casa. Por otro lado, el chico es acogido en un albergue con otros jóvenes. Sabe la verdad de su origen, similar al de la niña. Fue sustraído de un coche en el que sus padres le habían dejado sólo. La película, por tanto, reflexiona sobre las relaciones familiares carentes de amor, por otras, que si bien se establecen al margen de la ley, pueden expresar, tal vez, mayor afecto y autenticidad. Una reflexión que explora las reacciones humanas en situaciones excepcionales, tratada con sobriedad y realismo, captando el paso del tiempo de manera magistral, cualidades que le valieron al director la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

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