ANDY WARHOL Y JACKSON POLLOCK


 

El Museo Thyssen presenta la exposición, WARHOL, POLLOCK Y OTROS ESPACIOS AMERICANOS, que reflexiona a través de un conjunto magnífico de obras de dichos artistas y sus contemporáneos, sobre la relación entre sus formas de entender y aplicar la pintura, más allá de las clasificaciones historiográficas. Según éstas, uno es la máxima figura de la pintura abstracta, y otro, del arte pop. Pero sabemos que el primero evolucionó desde la figuración, y muchas veces mantuvo restos de la misma en sus lienzos, elaborados por medio de capas de pintura aplicadas de forma particular por el artista. También, que Warhol sintió siempre fascinación por Pollock, por tener una obra suya en su colección, o por su prematura muerte en accidente de coche, que le influiría para representar hechos similares. El relato de la exposición demuestra cómo Pollock en los años cuarenta se apartó de la figuración evidente, y Warhol, posteriormente, se inclinó por la representación de objetos de los medios de masa, sin ser campos opuestos, manteniendo fronteras difusas.



La exposición se divide en seis apartados. El primero, El espacio como negociación: Figura y fondo, otra vez, nos sitúa en un momento de partida en la evolución de Pollock cuando abandona la figuración hacia la abstracción progresiva. Se muestra, igualmente, la decisión del propio Warhol de elegir la botella de Coca-Cola, fría, sin pinceladas perdidas. Ambos, sin embargo, coincidentes, a su manera en cuestionar la relación tradicional entre esos elementos fundamentales. La segunda, denominada, Rastros y vestigios, no sólo se ciñe a los protagonistas, sino a una serie de artistas que podríamos situar entre la abstracción y la figuración, una vez roto los límites estancos establecidos por la historiografía. Unos heredan de Warhol, el gusto por la repetición y la imagen seriada, como Robert Rauschenberg, otros, la energía del trazo y la corporalidad del proceso pictórico como Marisol Escobar, artista venezolana, o Anne Ryan y Perle Fine.



En el tercer apartado, El fondo como figura, reflexiona cómo el primero se convierte en el segundo, transformando la visión tradicional. Sobresalen las obras de Warhol en las que emplea la técnica fotográfica, acompañadas por las de Sol LeWitt y Cy Tombly. Unas obras que juegan con los encuadres fragmentados, la simetría y las imágenes seriadas, una característica que la convierte en fondo. La trágica muerte de Pollock está presente en la cuarta sección, Repeticiones y fragmentos. Un suceso que alimentó en Warhol un interés obsesivo por la muerte y los accidentes, ilustrado con dos obras, Choque óptico de automóviles, de 1962, y Desastre blanco I, de 1963. Destaca, además, las diez serigrafías dedicadas a la silla eléctrica, que impactan en el espectador según entra en la sala. Si hay un apartado donde hay una aproximación entre los dos autores, es el quinto, llamado, Espacio sin horizontes, donde el artista pop emplea su orina, sus propios fluidos para pintar sobre lienzo y sobre cobre, en Pinturas de orina y Oxidaciones. De esta manera, sigue el procedimiento de Pollock al poner su cuerpo sobre la obra.



El último apartado, El espacio como metafísica, nos habla sobre la angustia existencial de la contemplación contemporánea. Una tensión y un vacío que se encuentra en el propio espectador. Para ello se establece el paralelismo entre la serie Sombras de Warhol y los campos de color de Mark Rothko. El primero vuelve al tema de la muerte, pero no solo biológica, sino la ausencia del sujeto y la despersonalización, la perdida de identidad en la sociedad moderna. El recorrido, además de este último espacio desolado, tiene un subespacio final de videos que retratan en primer plano a personalidades de su época como Bob Dylan, Susan Sontag, entre otros. Componen, así, un recorrido extraordinario, en primer lugar sobre la obra de Andy Warhol, de quien se muestra una perspectiva totalmente novedosa, acompañada de ejemplos significativos de Pollock, y de otros artistas, con quienes entabla un diálogo fructífero.



DELIRIO EXTRATERRESTRE


 

La humanidad se ha vuelto vulnerable tras la pandemia del Covid. Se ha dando cuenta que podría perecer de forma masiva por una nueva enfermedad. Los adelantos en la investigación médica la pudieron atajar relativamente rápido mediante las vacunas. Además, fue esencial la acción de la comunidad internacional cerrando fronteras e implantando duros confinamientos. Muchos no vieron con buenos ojos lo que consideraron una privación de la libertad individual: tenerse que inyectar un producto totalmente desconocido y permanecer en los hogares sin apenas poder salir. Igualmente, se vio como la actividad de los sectores económicos se redujo, y en consecuencia, la riqueza. Por otro lado, cada vez son más evidentes, las consecuencias del cambio climático en forma de grandes catástrofes naturales, las prolongadas olas de calor y la degradación del medioambiente. No es de extrañar la proliferación de teorías conspiratorias fruto del miedo o la incertidumbre que padece la sociedad, y que son difundidas por Internet. Este es el contexto de la película, BUGONIA, del director Yorgos Lanthinos, que cuenta como dos jóvenes atenazados por una de esas teorías, deciden secuestrar a la presidenta de una compañía farmacéutica porque consideran que se trata de una extraterrestre que quiere destruir el planeta.



Teddy y su primo, Don, residen en una casa suburbana donde tienen abejas para producir miel. El primero trabaja en la paquetería de la empresa farmacéutica, a la que acusa de explotación laboral y crear substancias que afectan a las abejas y a las personas, en concreto a su madre, que se encuentra en estado terminal en una residencia. Tiene la teoría que la dirige una extraterrestre de la galaxia Andrómeda, cuyo interés es extinguir a los humanos. Para ello urden el plan de secuestrar a esta alta ejecutiva para llegar a un acuerdo con los alienígenas para que se vayan del planeta. El momento preciso para el encuentro coincidirá con el eclipse de luna que se producirá tres días después. De esta manera, la secuestran, no sin dificultades, y la mantienen atada en el sótano de su casa. Le cortarán el pelo, pues piensan que se comunica con el cabello. Antes los primos se han castrado químicamente para no dejarse llevar por la influencia de sus instintos sexuales. Los secuestradores tratan de hablar lo menos posible con Michelle, la presidenta, sobre todo Don, el menor de los primos, que no entiende muchas veces la manera de proceder de Teddy, que sufre de ira cada vez que se relaciona con la víctima. 



Al final, las cosas no salen como ellos esperaban. Michell es persuasiva, y si al principio, trata de hacerles ver las consecuencias de sus actos, después de mostrar las motivaciones de los mismos, fruto de la enfermedad de su madre y su enganche a la dark web, luego pasa a reconocer que si es una alienígena con poderes extraordinarios. Así,  mientras el sheriff les hace una visita, para averiguar si sabían algo del secuestro, Don se suicida en el sótano, convencido que será salvado por Michelle. Teddy, desesperado mata al policía, y es convencido por ella para que la lleve a su despacho, donde tiene la capacidad de llevarle delante del emperador de Andrómeda. Sin embargo, en un momento dado, Teddy estalla por los explosivos pegados al cuerpo que llevaba. Michelle, entonces, descubre quién es verdaderamente, y lo que parecía una patraña, se convierte en realidad con consecuencias fatales para toda la humanidad.

HACIA LA AUTODESTRUCCIÓN


Nos tenemos que preguntar por cuántos caminos tiene que recorrer la persona para llegar a serlo. Cuántos obstáculos tiene que superar para conseguir ser libre e independiente. Un trabajo te proporciona los recursos económicos para poder tener una hogar donde hacer tu vida y satisfacer los gastos indispensables para seguir adelante. Una deficiente formación pueden dificultar conseguirlo. Por otra parte, las adicciones al alcohol y otras drogas, merman tu capacidad de raciocinio y debilitan tu mente para sacar lo mejor de ti, y hacer frente el día a día. Si no estas en las mejores condiciones, y los fantasmas y obsesiones, aquellos problemas enquistados del pasado, te atormentan, cualquier circunstancia, puede agravar tu situación personal, y lo que iba mal, empeora. Los empleos precarios se suceden; conseguir dinero resulta cada vez más difícil; y los riesgos de la vida en los márgenes, te puede jugar malas pasadas. Es lo que le sucede al protagonista de la película, URCHIN, escrita y dirigida por Harris Dickinson, que cuenta la vida marginal de un joven sin hogar, que fluctúa entre la destrucción y la esperanza. 






Mike duerme en la calle, en la misma acera estrecha donde caminan los viandantes. Consigue comida en los comedores sociales. Allí se relaciona con personas sin hogar como él. Todos arrastran un pasado de fracaso y adicciones. Pero en cualquier momento, su vida precaria, marginada, puede empeorar. Sucede cuando otro joven vagabundo le roba de improviso su cartera. Le persigue corriendo y le alcanza. Se pelean sin muchas consecuencias hasta que recupera el poco dinero que llevaba. Un hombre que pasaba por allí media en la pelea y los aparta. También le ayuda a tranquilizarse con algo de bebida. El buen samaritano le invita a comer. Mientras que ellos van juntos charlando, Mike le ataca violentamente y le roba su dinero. Al poco tiempo, la policía le detiene. Las grabaciones de las cámaras en la calle son concluyentes. Le condenan a ocho meses de prisión, tras los cuales sale a la calle. Los servicios sociales se hacen cargo de él para su reinserción en la sociedad. Le proporcionan un albergue para vivir. Ayuda psicológica para reparar el daño causado. De él depende conseguir trabajo.





Tras la cárcel, las cosas parecen ir bien. Consigue un primer trabajo como ayudante de cocina. Compra ropa nueva de segunda mano. Lleva sobrio varios meses. Logra divertirse con dos compañeras. Parece que se vislumbra el final del túnel en su vida. Sin embargo, las imágenes en su mente golpeando a una persona que le quiere ayudar, le atormentan, y le hunden anímicamente. Su mal comportamiento provoca su despido. Los problemas regresan, lo mismo que el consumo del alcohol. Rápidamente, vuelve a tener trabajo en la recogida de basura. Una actividad que ya conocía del pasado. Allí conoce a una joven que vive sola en una caravana. Se hacen amigos, pero Mike es inestable, incapaz, y su situación mental, junto a que le expulsan del albergue donde vive, le lleva de nuevo a vagabundear sin apenas dinero, perdido en un universo infinito de problemas, donde el alcohol es su único acompañante, sumido en un ciclo de autodestrucción.

EXPRESIONISMO Y CINE


 

La Fundación Canal presenta la exposición, EXPRESIONISMO. UN ARTE DE CINE, que reúne 152 piezas, entre las que se incluyen 76 pinturas, dibujos, grabados y esculturas de los representantes más destacados, asociadas a una selección de 19 fragmentos y 57 fotogramas de once obras maestras del cine de este estilo. Un movimiento de vanguardia, revolucionario, que pretendía cambiar el arte y a la vez la vida, en un periodo convulso social y político de la historia alemana, bajo el gobierno de la República de Weimar, tras la derrota de la Primera Guerra Mundial. Los artistas expresionistas pretendían la llamada obra de arte total, una unificación de todas las artes a la vez de una difuminación de sus límites, proporcionando un carácter interdisciplinar a su actividad. El cine se convirtió como la mejor expresión de este movimiento, de su estética peculiar. La exposición demuestra de manera fehaciente esta relación simbiótica, de brillante creatividad, que muestra no la realidad objetiva y equilibrada, sino las emociones y las pulsiones interiores del individuo y de toda la sociedad.



La exposición se divide en tres secciones: Ruptura/Liberación; Forma/Deformación; y Sueño/Trauma. La primera contrasta el mundo rural, natural, con el desarrollo de las ciudades industriales del momento. Lo idílico frente a la sordidez de los paisajes industriales. Presenta al obrero, cada vez más numeroso, como víctima de este proceso, sometido a largas jornadas de trabajo y a la precariedad de salarios y condiciones de vida. En la Alemania de entreguerras, lo mismo hubo un avance democrático, que se vivió un situación de conflicto político y crisis económica por la inflación. El expresionismo expresó liberación cultural, a la vez de una sociedad convulsa y desigual, frenesí y alienación individual. La segunda, muestra uno de sus rasgos estilísticos propios, cómo la estructura de la ciudad, de los edificios, del hombre, de su cuerpo, se deforma para reflejar la crisis psicológica, social y existencial. Si en las pinturas y en los grabados, observamos perspectivas distorsionadas, inclinadas, colores violentos, luces contrastadas,  expresión de emociones intensas y perturbadoras, lo mismo observamos en las obras cinematográficas.



En la tercera, los artistas buscaron dar forma visual a las pesadillas, los miedos y a los deseos reprimidos, a la dimensión onírica y traumática, espejo de una sociedad de posguerra marcada por la destrucción y la incertidumbre. Surge así la figura del monstruo, encarnado en personajes como Nosferatu, El Golem, y el Doctor Mabuse, un monstruo más sutil, el psicológico, caracterizado por la ambición de poder y la corrupción moral. Las ideas de Freud corroboran la complejidad del ser humano y las pulsiones conscientes e inconscientes que le subyugan. El recorrido de la exposición aborda y compara pinturas y grabados de estos temas asociados a fotogramas y fragmentos de películas. Los ejemplos más conocidos como El gabinete del Doctor Galigari; Nosferatu: una sinfonía del horror; El Golem; Doctor Mabuse: el gran jugador; y Metrópolis, se combinan con otros no tanto como Misterios de un alma; Nervios; y De la mañana a la medianoche. Por otro lado, aparecen obras de Kirchner, Franz Marc, Emil Nolde, Otto Dix, George Grosz y Max Beckmann, entre otros.



El mundo de posguerra combinaba progreso y conflicto; crítica al orden establecido y a su impotencia por solucionar los problemas económicos; incertidumbre y miedo al progreso de una sociedad industrial que deshumaniza al individuo, le aliena en su esclavitud diaria del trabajo y ahonda en las diferencias de clase. El movimiento expresionista perseguido por el nazismo mantuvo su influencia después de la Segunda Guerra Mundial en la abstracción norteamericana y en el informalismo, y en autores como Francis Bacon y Antonio Saura. En el terreno cinematográfico, vemos sus huellas en directores tan importantes como Tim Burton, Guillermo del Toro o David Lynch.



INTRIGA BAJO EL MAR


 

Hay profesiones que se transmiten de padres a hijos. El esfuerzo, la dedicación e incluso el riesgo que supone ejercerlas imprimen una identidad especial que hace que perduren en el tiempo. Solo las personas que han tenido conocimiento y práctica desde niños, pueden dedicarse a ellas. Nos referimos al trabajo de buzo con la finalidad de reparar e inspeccionar barcos o instalaciones submarinas. Es lo que les ocurre a los hermanos protagonistas de la película, LOS TIGRES, dirigida por Alberto Rodríguez, cuyo padre era un afamado buzo, que recibía ese apodo que heredará su hijo mayor. La hija, también practicará la inmersión, pero más encaminada al estudio de la fauna submarina. Su padre les enseñó desde niños a sumergirse en el mar. Siempre vivieron sobre un playa que les proporcionará su identidad. Recuerdan el día que su padre tiró su reloj desde su pequeña lancha al fondo del agua y les retó para encontrarlo. Lo hizo primero la hija, pero se lo arrebató su hermano, que seguiría los pasos profesionales del padre.




Antonio, uno de los protagonistas, trabaja para una empresa que revisa y repara barcos e instalaciones para la petroquímica de Huelva. Una tarea difícil que requiere la inmersión, a veces, en condiciones extremas en la que te juegas la vida a diario. De todas las maneras, no se gana lo suficiente dinero, más él, que a pesar de su fama, de buen compañero, y experimentado profesional, vive en apuros económicos, sobre todo, después de haberse divorciado con dos niñas pequeñas. Estrella, su hermana, sacrificó su profesión de bióloga marina para ayudar, primero a su padre, luego a él. Además, Antonio, su corazón le juega ya malas pasadas, como a su progenitor. Corre el riesgo de perder el conocimiento debajo del agua, pues empieza a tener síntomas de parálisis en las manos. Un día tuvo que ser rescatado por un compañero debajo del casco de un petrolero por esta razón.



Ante estas dificultades físicas y económicas, presionado económicamente por su exmujer, por la necesidad de retirarse de la profesión, decide robar cocaína a los alijos que llegan en los conductos de un petrolero al cual revisan periódicamente. Pensaba, al principio, quedarse con algún paquete entero, pero aconsejado por su hermana, decide retirar pequeñas cantidades para que los traficantes no se den cuenta. Sin embargo, su plan se complicará cuando una banda encargada de dar salida a la droga, pretenda quedarse con todo el alijo. Así, le obligarán a darles toda la mercancía, si quiere que a sus hijas no las pase nada, después de haber herido a su hermana. Al final, después de una emocionante peripecia, logran cumplir su peligroso compromiso, y ganar lo suficiente en el trato, para dar un vuelco a su vida.


EL RETRATO FEMENINO EN EL SIGLO XIX


El Museo del Romanticismo presenta la exposición, RETRATADAS. ESTUDIOS DE MUJERES, comisariada por Stéphany Onfray, que reúne ciento cincuenta y dos obras, entre fotografías, publicaciones y objetos, provenientes de colecciones españolas, una de las cuales es la de la propia comisaria, pretendiendo ofrecer una relectura del estudio fotográfico como espacio de expresión y creación para las mujeres.  Desde la invención en 1854 de las tarjetas de visita se multiplicaron los retratos de mujeres, tanto de cuerpo entero, solas, con hijos o formando en grupo, en las más variadas actitudes o indicando una actividad profesional o social. Fue un medio asociado a la burguesía ascendente y la aristocracia del momento. Luego se fue democratizando. 



La comisaria sugiere que la interpretación tradicional, que ha tenido a ensalzar la figura del fotógrafo y a reforzar la relación entre un sujeto activo y una modelo pasiva, debe ser revisada. Hay que hablar más bien de una autorepresentación subrogada, en la que las mujeres retratadas son las autoras simbólicas de sus propios retratos. De esta manera, la exposición nos invita a descubrir cómo las mujeres del siglo XIX se relacionaron con la fotografía, que fue activa con el nuevo medio, pues llegaron a ser fotógrafas, coleccionistas y espectadoras, y contribuyeron a transformar las representaciones y roles femeninos. Nos lo demuestra en los distintos apartados: Una habitación propia, Iconografía de lo femenino, El cuerpo como obra, Metafotografía, y Hacia la modernidad.



Los estudios fotográficos se concibieron al principio como espacios domésticos, de sociabilidad; los observamos en la exposición como una continuidad de los interiores burgueses. Reservaron un cuarto-tocador para las mujeres, una habitación propia para ellas para poderse cambiar y acicalarse, de cara a su representación. Por lo que esta se concebía como una actividad performativa vinculada a la experiencia femenina, pero también a su subversión. Además se aprecia, un ámbito femenino propio, que si bien no desafía el orden establecido, exploran discretas esferas de libertad y poder. Las poses, los gestos, el vestuario en los retratos funcionó como un sistema comunicativo no verbal respecto al espectador, por lo que la fotografía se convirtió en una experiencia total, propiciando una concepción más moderna y artística del medio.




La mayoría de las fotografías de la exposición son tarjetas de visita, el formato mayoritario de la época. La selección expuesta se centra en el ámbito español, especialmente el de la capital. Destaca el gabinete de Alonso Martínez y hermano, así como el de Martínez de Hebert por su número de obras. De Barcelona el también famoso de Napoleón. Las mujeres representadas pertenecen a la alta burguesía y a la aristocracia titulada, incluso hay algún ejemplo de la propia reina Isabel II. Los retratos se pueden agrupar igualmente por representar a la mujer en una actividad, como pintoras; en interacción con las propias fotografías, mirando un álbum; refiriéndose a la maternidad, con un hijo, o mostrando su fallecimiento; simulando su identidad a través del vestido; muy llamativas son las tarjetas de visita realizadas por fotógrafas, unas firmadas como viudas, otras como su propio nombre como Alexandrina Alba cuyo estudio estaba en la Puerta del Sol, número 4 de Madrid.